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lunes, 29 de febrero de 2016

DOS LECCIONES PARA OLVIDAR

El título de este artículo corresponde a uno de los acápites del libro de Jeffrey Pfeffer El poder de las organizaciones. En dicho acápite, este autor menciona dos lecciones que usualmente aprendemos desde niños y que limitan, condicionan y complican nuestra coordinación de acciones con las demás personas cuando somos adultos.

Las dos lecciones que limitan nuestras acciones son las siguientes: i) la primera: “… la vida se configura a tenor del esfuerzo, la habilidad y el logro de cada uno”, y ii) la segunda: “Nos enseñan a descifrar problemas y nos dicen que para cada uno de ellos existe una solución exacta o por lo menos una aproximada que es más correcta que las otras”.

Con relación a la primera lección, si bien a través del coaching repetimos que somos protagonistas y responsables de nuestras vidas, también mencionamos que los seres humanos somos seres sociales. Y como seres sociales, para el logro de nuestros resultados muchas veces tenemos que hacer coordinaciones de acciones con otras personas. Allí se encuentra el valor y el poder del lenguaje y de las conversaciones, como hemos venido explicando en artículos anteriores.

Es por esta primera lección que tenemos arraigada desde la niñez, que a muchas personas les cuesta tomar consciencia de la importancia de las conversaciones en la consecución de sus logros personales mediante la colaboración de los demás. Tenemos que darle la debida importancia a nuestra capacidad para realizar conversaciones, y reflexionar si es necesario que realicemos algún aprendizaje para reforzar o desarrollar esta capacidad.

Con respecto a la segunda lección el tema puede ser más profundo. Por qué al estar condicionados desde niños a que solo hay una respuesta correcta, podemos acostumbrarnos a rechazar las opiniones que no coinciden con la nuestra, porque consideramos que la nuestra es la única verdadera. Esta actitud puede complicar nuestras conversaciones y coordinaciones de acciones con los demás.

Esta segunda lección se contrapone a uno de los principios de la ontología del lenguaje de Rafael Echeverría y que es la base para el coaching: es decir, que los seres humanos somos seres interpretativos. En otras palabras, las cosas del mundo no sabemos cómo son sino como las interpretamos. Por lo tanto, no necesariamente existe una interpretación exacta y correcta de todas las cosas.

Por tal razón, mi querido lector o lectora, cuando en cualquier artículo de coaching leas sobre la importancia de tener consciencia de que los seres humanos somos seres interpretativos, y sobre la importancia de las conversaciones para la obtención de logros personales; debes tener en cuenta, qué en tu subconsciente, oponiéndose a ello, estarán esas dos lecciones aprendidas en la niñez que deberías olvidarlas para poder crecer.

Hasta la próxima.