El título de este artículo
corresponde a uno de los acápites del libro de Jeffrey Pfeffer El poder de las organizaciones. En dicho
acápite, este autor menciona dos lecciones que usualmente aprendemos desde
niños y que limitan, condicionan y complican nuestra coordinación de acciones
con las demás personas cuando somos adultos.
Las dos lecciones que
limitan nuestras acciones son las siguientes: i) la primera: “… la vida se
configura a tenor del esfuerzo, la habilidad y el logro de cada uno”, y ii) la
segunda: “Nos enseñan a descifrar problemas y nos dicen que para cada uno de
ellos existe una solución exacta o por lo menos una aproximada que es más
correcta que las otras”.
Con relación a la primera
lección, si bien a través del coaching repetimos que somos protagonistas y
responsables de nuestras vidas, también mencionamos que los seres humanos somos
seres sociales. Y como seres sociales, para el logro de nuestros resultados
muchas veces tenemos que hacer coordinaciones de acciones con otras personas. Allí
se encuentra el valor y el poder del lenguaje y de las conversaciones, como
hemos venido explicando en artículos anteriores.
Es por esta primera lección
que tenemos arraigada desde la niñez, que a muchas personas les cuesta tomar
consciencia de la importancia de las conversaciones en la consecución de sus
logros personales mediante la colaboración de los demás. Tenemos que darle la
debida importancia a nuestra capacidad para realizar conversaciones, y
reflexionar si es necesario que realicemos algún aprendizaje para reforzar o desarrollar
esta capacidad.
Con respecto a la segunda
lección el tema puede ser más profundo. Por qué al estar condicionados desde
niños a que solo hay una respuesta correcta, podemos acostumbrarnos a rechazar
las opiniones que no coinciden con la nuestra, porque consideramos que la
nuestra es la única verdadera. Esta actitud puede complicar nuestras
conversaciones y coordinaciones de acciones con los demás.
Esta segunda lección se
contrapone a uno de los principios de la ontología del lenguaje de Rafael
Echeverría y que es la base para el coaching: es decir, que los seres humanos
somos seres interpretativos. En otras palabras, las cosas del mundo no sabemos
cómo son sino como las interpretamos. Por lo tanto, no necesariamente existe
una interpretación exacta y correcta de todas las cosas.
Por tal razón, mi querido
lector o lectora, cuando en cualquier artículo de coaching leas sobre la
importancia de tener consciencia de que los seres humanos somos seres
interpretativos, y sobre la importancia de las conversaciones para la obtención
de logros personales; debes tener en cuenta, qué en tu subconsciente, oponiéndose
a ello, estarán esas dos lecciones aprendidas en la niñez que deberías
olvidarlas para poder crecer.
Hasta la próxima.