Rafael Echeverría
sostiene que las conversaciones de juicios personales son las que usualmente ocurren
cuando enfrentamos problemas que nos preocupan. Son ese tipo de conversaciones
que pueden ser realizadas con uno mismo o con terceras personas. En dichas
conversaciones, interpretamos nuestros problemas
en base a una serie de juicios o creencias propias. Es decir, tratamos de
encontrar las razones por las cuales sucedieron los problemas que nos preocupan.
Martin Seligman identifica
tres clases de juicios que buscan explicar los problemas:
- Los
juicios relacionados con la responsabilidad. En este caso, por un lado, tendremos
a las personas cuyos juicios las hacen asumir la responsabilidad de todo lo que
les pasa, lo cual es lo adecuado. Sin embargo, por otro lado, tendremos a las
personas cuyos juicios las declaran “víctimas inocentes” de todo lo que les
pasa, y culpan de ello, a cualquier persona, institución o cosa.
Por ejemplo, supongamos que alguien se pasa
la luz roja y choca a otro auto. La persona en la postura de “víctima inocente”
podría argumentar, la luz ámbar cambió muy rápido, el otro auto venía a mucha
velocidad, me distrajo el carro de al lado. Estos juicios de “víctima inocente”
trasladan la responsabilidad a alguien o algo exterior, quitándole a la persona
involucrada la posibilidad de aprender de sus errores al no sentirse responsable.
- Los
juicios referentes a lo que el autor denomina inclusividad y que yo pienso que
debería denominarse “generalización”. Es decir, por una parte están las personas
cuyos juicios las llevan a aceptar que los problemas que enfrentan tienen que
ver solo con un área específica de su vida, lo cual es lo adecuado. Sin
embargo, por otra parte están las personas cuyos juicios las hacen generalizar
los problemas que atraviesan, creando así un daño en su autoestima.
Siguiendo con el ejemplo anterior de pasarse
la luz roja y chocar. En ese caso, las personas cuyos juicios las hacen generalizar,
si bien aceptarán que son las responsables de esa situación, luego agregarán
expresiones tales como: lo que pasa es que soy una bestia, soy un descuidado,
no pongo atención, siempre me pasa esto en todo, no sirvo para nada. Obviamente
ninguna de esas expresiones es buena para su autoestima. Lo que debería hacer esa
persona es reflexionar sobre los fundamentos de esos juicios. Lo usual será que
compruebe que hay muchas áreas de su vida en las cuales esa generalización no
tiene sentido.
- Finalmente
los relativos a la temporabilidad. En estos casos habrán personas cuyos juicios
las llevarán a interpretar sus problemas como eventualidades temporales, lo
cual es lo adecuado. Pero también habrán otras personas cuyos juicios las
pueden llevar a interpretar sus problemas como situaciones permanentes.
Usando nuevamente el ejemplo del choque. Algunas
personas podrían decir: siempre me pasa lo mismo, toda la vida me pasa esto,
viviré con esta tara toda mi vida. Nuevamente habría que reflexionar sobre los
fundamentos de esos juicios: ¿realmente siempre les pasa eso?, ¿han hecho algo
para enmendar esta falta de atención? Lo usual será comprobar que no siempre les
pasa lo mismo, o que no han hecho nada para corregir sus errores.
En conclusión, la conversación de juicios
personales es útil para identificar los juicios que están detrás de las
interpretaciones de nuestros problemas. Pero sobre todo, debería servirnos para
reflexionar sobre los fundamentos de esos juicios. Ahora bien, deberíamos
evitar quedarnos mucho tiempo en esta clase de conversaciones ya que en ellas
aún no hemos decidido realizar ninguna acción para solucionar nuestros
problemas.
Hasta el lunes en que
hablaremos sobre las conversaciones para coordinar acciones.