Rafael Echeverría en su
libro Escritos sobre aprendizaje,
desarrolla con más amplitud el tema acerca de que hacemos cuando evaluamos que
nuestros resultados son insatisfactorios. En este artículo nos ocuparemos de
ello.
El primer caso de lo que
hacemos cuando evaluamos que nuestros resultados son insatisfactorios, es que
nos comportemos como las personas que dicen: “es que yo soy así”, no tengo
habilidad para eso”, o también podría ser: “es que para mí lo razonable es que
sea de esa manera, verlo de otra manera no sería razonable”. Detrás de esas
respuestas existen creencias o juicios poderosos que establecen un límite a
nuestras acciones.
Estos límites pueden ser de
índole corporal, cuando se refieren a cosas sobre las cuales interpretamos que no
somos capaces. Por ejemplo, podemos tener creencias o juicios que se han ido
formando desde nuestra niñez acerca de que no tenemos habilidades manuales, artísticas,
o deportivas. Las consecuencias de estas creencias serán que limitemos nuestras
posibilidades de acción en esos campos. Por otro lado, los límites también
pueden ser de índole conductual, cuando se relacionan con creencias o juicios
que establecen límites a nuestro comportamiento y conducta.
El segundo caso de lo que hacemos
cuando evaluamos que nuestros resultados son insatisfactorios, está relacionado
con la posibilidad de analizar la situación y buscar las causas de los
resultados que obtuvimos. Este caso es mejor que el primero, por cuanto dentro
de este análisis podemos encontrar oportunidades de mejora y cambio. Sin
embargo, existe el riesgo que luego del análisis respectivo, lleguemos a
conclusiones justificantes amparadas en creencias o juicios que establezcan
límites de acción corporales o conductuales al igual que el primer caso.
Finalmente el tercer caso,
es que desde un principio no estemos de acuerdo con los resultados
insatisfactorios y decidamos que queremos cambiarlos. Lo positivo de esta disposición
es que nos motivará a buscar y analizar múltiples alternativas de acción que
podemos realizar para mejorar nuestros resultados. Dentro de ese análisis
deberemos reflexionar sobre las creencias y juicios que pueden estar limitando
nuestras acciones. Tendremos que retar y cuestionar esas creencias y juicios, y
sobre todo revisar su validez o vigencia. Solo tomando ese rumbo de acción,
podremos ver un horizonte de posibilidades de acción que antes no veíamos. Un
horizonte de aprendizaje que será retador y difícil porque estamos hablando de
cambiar nuestro ser. Pero lleno de esperanza y entusiasmo por poder ser
protagonistas de nuestra propia creación.
Hasta el lunes.