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jueves, 5 de noviembre de 2015

¿PARA QUE MÁS ME SIRVE SABER QUE SOY UN SER INTERPRETATIVO?

Mi artículo anterior se trató de poder tomar consciencia que somos seres interpretativos. Es decir, interpretamos las cosas que nos suceden en la vida en base a los conocimientos particulares que hemos adquirido en nuestro vivir. Por lo tanto, como dice Rafael Echeverría, no sabemos cómo son las cosas sino como las interpretamos. Es así, que muchos problemas, dificultades o insatisfacciones que enfrentamos en la vida son producto de nuestras interpretaciones, y por lo tanto tenemos que reflexionar sobre ello para salir adelante.

Pero, ¿para que más me sirve saber que soy un ser interpretativo? Ante esa pregunta, pienso que para empezar podemos reflexionar sobre tres temas que planteo a continuación:

1)     Si sabemos que somos seres interpretativos, ¿tendrá sentido pelear por tener la razón al discutir entre varias personas? Si cada persona tiene un modo particular de interpretar las cosas, lo “usual” al discutir debería ser esperar que existan varias razones en lugar de una sola. Y quizás el objetivo debería ser llegar a un “acuerdo” que contenga en la medida de lo posible la mayor parte de esas razones. Humberto Maturana dirá: “La mejor forma de solucionar desacuerdos es con acuerdos”. Y esto se puede aplicar desde las discusiones más sencillas hasta los conflictos más complejos.

2)     Si sabemos que somos seres interpretativos, ¿podremos ser objetivos en nuestras interpretaciones? Suele suceder que algunas veces podemos pensar: ¿por qué la gente no puede ser objetiva al analizar las cosas para lograr acuerdos? Pensamos de repente que hay una fórmula secreta para “ser objetivo”, cuando lo más probable es que no la haya. Lo que si podemos hacer es “escucharnos” con atención, para entender los argumentos e interpretaciones de los demás, y así poder llegar a acuerdos satisfactorios. “Todo lo dicho es dicho por alguien” dirá también Maturana.

3)     Si sabemos que somos seres interpretativos, ¿deberíamos estar confiados en que los mensajes que enviamos o recibimos serán entendidos correctamente? Sobre este punto hay un par de frases que se me vienen a la mente: “pero si lo leí y el mensaje estaba clarito”, o “la explicación que yo hice estuvo más clara que el agua”. Sin embargo, como a estas alturas ya habremos reflexionado, el tema no es tan simple. Por tal razón, una buena costumbre a desarrollar será el uso de la “confirmación de entendimiento”, tanto para los mensajes que emitimos como para los que recibimos. En otras palabras, confirmar si lo que entendimos del mensaje concuerda con la intencionalidad del emisor, o en su defecto si el receptor de nuestro mensaje lo entendió en forma correcta. En inglés este proceso es conocido como “feedback”.


Hasta el lunes