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lunes, 16 de noviembre de 2015

¿LA SOCIEDAD NOS HACE COMO SOMOS O NOSOTROS CONSTRUIMOS LA SOCIEDAD?

En mi artículo anterior, explicaba como los seres humanos tenemos la capacidad de cambiar nuestra forma “ser” mediante el aprendizaje de nuevas formas de “hacer” las cosas. Algo similar es lo que podemos realizar en los sistemas sociales a los cuales pertenecemos.

En primer lugar, reconozcamos la existencia de la cultura y prácticas sociales que condicionan fuertemente las acciones de los seres humanos en los ambientes sociales en los cuales se desarrollan, llámense centros de trabajos, clubes, partidos políticos, agremiaciones, etc. Por ejemplo, muchas veces por la conducta de sus funcionarios ustedes pueden identificar que estos pertenecen a una determinada empresa, o también por la forma de hablar o actuar se puede identificar a los hinchas de un determinado club deportivo, etc.

En segundo lugar, identifiquemos el poder que tenemos los seres humanos  para cambiar dichos ambientes sociales con nuestras acciones. Este poder al que nos referimos, se hace más evidente cuando hay un desarrollo de las capacidades de liderazgo en la persona. Por ejemplo, los líderes vecinales que se organizan para cooperar con las autoridades en el combate a la delincuencia, o los líderes que constituyen organizaciones para apoyar el desarrollo de las personas menos favorecidas, etc.

Es decir, aquí se produce un efecto dual (de ida y vuelta) entre la “persona y la sociedad”. Rafael Echeverría define este efecto como el tercer principio de la “ontología del lenguaje” (que al igual que los otros principios son base conceptual del coaching ontológico): “Los individuos actúan de acuerdo a los sistemas sociales a los que pertenecen. Pero a través de sus acciones, aunque condicionados por estos sistemas sociales, también pueden cambiar tales sistemas sociales”.

En otras palabras, si bien los sistemas sociales a los cuales pertenecemos condicionan nuestra conducta, nosotros podemos generar cambios en ellos con nuestras acciones. Sin embargo, el poder de nuestras acciones para realizar o generar esos cambios estará en función de nuestras capacidades y esfuerzos de liderazgo, y del alcance de convocatoria del mismo. Obviamente esto no es fácil, demanda esfuerzos de reflexión, aprendizaje  y retos. Pero nos recuerda algo: nosotros somos los responsables y protagonistas de nuestras vidas, no somos víctimas inocentes de todo lo que nos pasa.


Hasta el jueves.