Esta semana en mi
artículo del lunes escribí sobre lo que significan las “declaraciones” en el
coaching. Y dentro de este concepto detallé las que según Rafael Echeverría
deberían ser las “declaraciones fundamentales de nuestra vida”.
A través de la semana,
he estado publicando posts pequeños comentando brevemente esas “declaraciones
fundamentales”, la diferencia fue que el jueves le dediqué un artículo especial
a la “declaración del perdón”. A pesar de que a mi criterio la “declaración
fundamental del amor” es la más importante, pensaba dedicarle hoy solo un post.
Sin embargo me he arrepentido de esa decisión previa y así nace este artículo
especial.
Tratando de entenderme
a mí mismo, quizás en un principio no quise extenderme sobre el “amor” para
evitar utilizar conceptos religiosos sobre él, que los hay muy bellos, ni
románticos, que los hay muy bellos también. Por lo tanto, pondré como premisa
de lo que escribiré sobre el amor a la definición de Humberto Maturana que me gusta
muchísimo.
Según Maturana “amor”
es la emoción que implica “la aceptación
del otro, como un legítimo otro, en la convivencia”. Comparto a
continuación, algunas de mis reflexiones derivadas de esa definición. Es decir,
si acepto al otro como un legítimo otro en la convivencia, pienso que debería:
- Tener
una disposición de apertura al otro, para escucharlo y poner empeño en
comprenderlo, aunque después de comprenderlo no esté de acuerdo con él. Comprenderlo
es importante, porque podré establecer mi posición de “acuerdo” o “desacuerdo”
con él de una manera abierta y reflexiva.
- Reflexionar,
acerca de que si para lograr la convivencia con el otro es necesario que llegue
a acuerdos con él. Esto podrá funcionar si hemos hecho el esfuerzo de
comprenderlo, como menciono en el punto anterior.
Según Maturana, “la única forma de arreglar
desacuerdos, es con acuerdos”. Y esto, en mi opinión, puede servir para tratar asuntos
cotidianos sencillos en la relación familiar o amical, así como para temas
sociales muy complejos que involucran conflictos sociales.
- Trabajar
para evitar negar al otro. Niego al otro cuando: i) pienso que él no tiene
acceso a una verdad, que yo si tengo, ii) pienso que soy mejor porque sé más
que él, iii) lo discrimino por su raza, sexo, edad, condición social o
cultural, etc.
Cada vez que niego al otro, me impido
escucharlo, llegar a comprenderlo y lograr posibles acuerdos con él, en caso lo
considere necesario.
El tema puede dar para
más, pero lo dejo allí, para que tú mi querido lector o lectora le agregues tus
propias reflexiones.
Como mencioné en mi artículo del jueves 23, el
lunes responderemos a la pregunta: ¿Y qué son los juicios?
Hasta mañana.