'

jueves, 26 de noviembre de 2015

EL PERDÓN COMO DECLARACIÓN FUNDAMENTAL

En mi artículo anterior decía que según Rafael Echeverría las declaraciones generan realidades. Y dentro de las declaraciones fundamentales está el perdón, que a su vez tiene varios ángulos: i) el acto de pedir perdón, ii) el perdón a los demás, y iii) el perdón a nosotros mismos.

Desarrollaré estos tres ángulos del perdón en mis palabras y según mi opinión:

-       El acto de pedir perdón: Cuando decido pedir perdón, usualmente es luego de un periodo de reflexión. Lo curioso es que en esos procesos de reflexión a veces llego a la conclusión racional que no tendría que pedir perdón, a pesar de ello en varios casos he pedido perdón. Al final siento que el que se quita la carga soy yo, me siento más ligero, más libre. Eso independientemente de si me perdonan o no. Si me perdonan además me sentiré alegre.
-       El perdón a los demás: Esta declaración va creciendo en complejidad según la interpretación que haya hecho sobre la gravedad del daño que he sufrido. Es decir, a mayor daño, mayor complejidad de perdonar. Todavía más difícil si llegamos a la frontera del perdón, lo que usualmente se denomina lo imperdonable ¿Podré perdonar más allá de esa frontera?
Considero que al llegar a esa frontera lo que debo tener presente es que si no perdono me estaré condenando a vivir resentido, le daré un protagonismo perpetuo en mi vida a la persona que me hizo el daño ¿Es eso lo que quiero? Por mi bien, debo perdonar. Yo seré el más beneficiado.
-       El perdón a nosotros mismos: ¿Podemos estar resentidos con nosotros mismos y no darnos cuenta? Pienso que si es posible. Resentidos por las decisiones que tomamos o no tomamos, los sueños que emprendimos o no emprendimos, los errores que cometimos, las inseguridades que nos persiguen.
Muchas veces no nos damos cuenta que estamos resentidos con nosotros mismos porque esos resentimientos ya se han vuelto parte de nosotros. Se han vuelto juicios nuestros, tales como: yo no sirvo para ello o aquello, ese emprendimiento no es para mí, si hago eso seguro que me voy a equivocar. Ahí es cuando necesitamos la reflexión, primero para darnos cuenta que estamos resentidos con nosotros mismos, luego para perdonarnos, y finalmente para decidir cambiar y desaprender esos resentimientos que aprisionan nuestro ser.

El lunes responderemos a la pregunta: ¿Y qué son los juicios?

Hasta el lunes.