En mi artículo
anterior decía que según Rafael Echeverría las declaraciones generan
realidades. Y dentro de las declaraciones fundamentales está el perdón, que a
su vez tiene varios ángulos: i) el acto de pedir perdón, ii) el perdón a los
demás, y iii) el perdón a nosotros mismos.
Desarrollaré estos
tres ángulos del perdón en mis palabras y según mi opinión:
- El
acto de pedir perdón: Cuando decido pedir perdón, usualmente es luego de un
periodo de reflexión. Lo curioso es que en esos procesos de reflexión a veces
llego a la conclusión racional que no tendría que pedir perdón, a pesar de ello
en varios casos he pedido perdón. Al final siento que el que se quita la carga
soy yo, me siento más ligero, más libre. Eso independientemente de si me
perdonan o no. Si me perdonan además me sentiré alegre.
- El
perdón a los demás: Esta declaración va creciendo en complejidad según la
interpretación que haya hecho sobre la gravedad del daño que he sufrido. Es
decir, a mayor daño, mayor complejidad de perdonar. Todavía más difícil si
llegamos a la frontera del perdón, lo que usualmente se denomina lo
imperdonable ¿Podré perdonar más allá de esa frontera?
Considero que al llegar a esa frontera lo que
debo tener presente es que si no perdono me estaré condenando a vivir
resentido, le daré un protagonismo perpetuo en mi vida a la persona que me hizo
el daño ¿Es eso lo que quiero? Por mi bien, debo perdonar. Yo seré el más
beneficiado.
- El
perdón a nosotros mismos: ¿Podemos estar resentidos con nosotros mismos y no
darnos cuenta? Pienso que si es posible. Resentidos por las decisiones que
tomamos o no tomamos, los sueños que emprendimos o no emprendimos, los errores
que cometimos, las inseguridades que nos persiguen.
Muchas veces no nos damos cuenta que estamos
resentidos con nosotros mismos porque esos resentimientos ya se han vuelto
parte de nosotros. Se han vuelto juicios nuestros, tales como: yo no sirvo para
ello o aquello, ese emprendimiento no es para mí, si hago eso seguro que me voy
a equivocar. Ahí es cuando necesitamos la reflexión, primero para darnos cuenta
que estamos resentidos con nosotros mismos, luego para perdonarnos, y
finalmente para decidir cambiar y desaprender esos resentimientos que
aprisionan nuestro ser.
El lunes responderemos a la pregunta: ¿Y qué
son los juicios?
Hasta el lunes.