'

lunes, 21 de marzo de 2016

LA ACEPTACIÓN EN LA PRÁCTICA

En varios de mis artículos pasados he hablado de la aceptación como un proceso positivo para salir por ejemplo de emociones tales como la angustia y la ira; y de estados de ánimo como el resentimiento.

La clave es aceptar lo que no podemos cambiar, como por ejemplo la realidad de que los seres humanos somos seres interpretativos. Aceptar esa realidad debería hacernos aceptar la diferencia de opiniones como algo normal en nuestro convivir con otros seres humanos. Hasta aquí podría haber muchas personas que estén de acuerdo conmigo, que les podría parecer esto razonable. Sin embargo, hay una duda razonable que también les podría surgir: ¿y cómo hago esto?, ¿cómo aprendo a aceptar?

La respuesta en mi opinión es fácil y difícil a la vez. ¿Cómo aprendemos a aceptar? Pues como aprendimos a caminar, montar bicicleta y a nadar. Es decir, caminando, montando y nadando. En palabras más claras, se aprende a aceptar aceptando.

En este momento nos puede venir a la mente, pero cuando aprendimos a caminar nos caímos, al igual que cuando aprendimos a montar bicicleta, y cuando aprendimos a nadar tragamos agua, es más, alguien podría recordar y que casi se ahoga. Como dije al principio, es fácil pero difícil a la vez. Si, en efecto, es difícil, pero al final aprendimos. Ese hacer que nos da la práctica es el que hizo que aprendiéramos. Mientras más complejo sea lo que queremos aprender más práctica requeriremos.

Muy bien me podrían decir, ¿pero a qué viene todo esto en el artículo de hoy? Mi respuesta es que en estos días se nos presenta a los peruanos oportunidades magníficas para practicar la aceptación, ¿por qué?, pues por el clima electoral. El otro día en el Facebook leía una frase en un post que decía algo así: “Prohibido perder amistades por causas políticas”. Detrás de esa frase yo leo, aprendamos a aceptar que somos seres interpretativos y que tenemos diferentes percepciones de la realidad.

Pero por favor, eso no quiere decir que no expresemos nuestras opiniones. Al contrario, quiere decir que es bueno que las expresemos, pero sustentándolas con argumentos, para que sean los argumentos los que se enfrenten y no las personas. Mis argumentos se enfrentarán con tus argumentos, pero no nos enfrentaremos tú y yo. Mis argumentos te convencerán o tus argumentos me convencerán, o quizás no lleguemos a ningún acuerdo, pero entenderemos porque pensamos como pensamos. Y sobre todo, nuestra amistad seguirá vigente. Nuestra amistad estará más allá de nuestro intercambio de ideas y argumentos.

Aprovechemos esta oportunidad que nos da la coyuntura actual para aprender a aceptar. Hasta el jueves.