Para ser más explícito del
título y de la inquietud del presente artículo, voy a ampliar la pregunta:
¿Queremos ser obedientes de las prácticas sociales que nos brindan los sistemas
sociales en los cuales nos desarrollamos, o queremos ser reflexivos mediante la
indagación de la validez de los argumentos que existen detrás de dichas
prácticas sociales?
Lo positivo de las prácticas
sociales es que nos permiten ser eficientes en procesos de convivencia social,
organizacional, familiar, etc. La parte negativa es que si no efectuamos una
reflexión periódica sobre los argumentos detrás de esas prácticas, podríamos
estar basando nuestras acciones con prácticas que en algún momento fueron
válidas pero que en la actualidad ya no lo son.
Según Rafael Echeverría en
su libro Escritos sobre aprendizaje,
la herramienta para lograr esa capacidad reflexiva es la indagación.
Entendiendo la indagación como el arte de hacer preguntas para conocer los
argumentos detrás de las interpretaciones de los otros, sean ellos
instituciones o personas.
La indagación nace de la
reflexión y de la duda. Quizás de allí viene el problema, no siempre la duda es
bien vista en los sistemas sociales, muchas veces ellos prefieren la certeza y
la verdad. Sin embargo, la verdad no es absoluta, porque como sabemos los seres
humanos somos seres interpretativos. Por lo tanto, necesitamos reflexionar,
dudar y por ello indagar.
En mi opinión la importancia
de la indagación y de las preguntas la apreciamos claramente cuando hacemos
trabajos y proyectos de investigación. Estos trabajos que pueden ser de diversa
índole, desde monografías, tesis de grado, proyectos de mejora o inversión,
etc. La gran mayoría de ellos nace de una pregunta a responder. Los
cuestionarios de cualquier investigación están compuestos de preguntas. La
profundidad de las investigaciones estará en función de la profundidad de sus
preguntas. Sin embargo, en el sistema educativo formal no nos enseñan a
formular preguntas, nos enseñar a responder, no se premia a la mejor pregunta,
se premia a la mejor respuesta (fiel a lo que dijo el maestro o lo que dice el
libro).
Haciendo una analogía, si
para crear un nuevo descubrimiento mediante una investigación tenemos que
partir de una reflexión y de una pregunta; es muy probable que la mejor forma
de participar en la creación de nuestra propia vida sea también a través de la
reflexión y la formulación de preguntas, por ejemplo: sobre nuestra vida,
nuestras emociones, nuestros juicios, nuestras metas, etc.
A mi juicio debemos ser
obedientes pero también debemos ser reflexivos; y sobre todo, subordinar la
obediencia a la reflexión. Pienso además, que lo que debemos aprender es a ser
reflexivos y a formular preguntas, porque a ser obedientes ya nos lo enseñaron
desde la niñez.
Hasta la próxima.