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jueves, 11 de agosto de 2016

LA AMBICIÓN

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) para encontrar el significado de la palabra ambición encontraremos dos significados: “1) f. Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama. 2) f. Cosa que se desea con vehemencia”.

El primer significado está relacionado con cosas que esperamos obtener, tales como: poder, riquezas, dignidades o fama. En mi opinión, estas cosas tienen algunas características comunes: i) todas ellas están fuera de nuestro ser, es decir, tenemos que buscarlas fuera de nosotros, ii) son cosas deseables y escazas, por lo tanto, son cosas valiosas según la ley del mercado, iii) son cosas que usualmente se adquieren producto de la competencia.

En otras palabras, este significado nos hace dependientes de querer alcanzar cosas externas que tienen un valor económico social y que nos hace competir con otros seres humanos. Esa competencia nos hace rivales para conseguir lo que queremos e inevitablemente existirán ganadores y perdedores. El investigador Humberto Maturana sostiene que con la competencia aprendemos a querer ganar y empezamos a negar al otro. Cada vez estoy más cerca a ese pensamiento, lo único que me aleja son mis años de persona competitiva, pero espero llegar algún día a ser coherente con este pensamiento.

El segundo significado es más genérico dice: “cosa que se desea con vehemencia”. Ese espacio más abierto en mi opinión hace posible que se pueda ambicionar el amor. Y para hacer la definición de amor un poco más tangible cito nuevamente a Maturana y su definición de amor: “la aceptación del otro, como un legítimo otro en la convivencia”.

A mi criterio si ambicionamos ese amor, ya no estaríamos hablando de competir sino de compartir. Estaríamos pensando que somos seres humanos que compartimos un mundo y no que competimos en un mundo. Cuando comparto algo estoy partiendo ese algo con otra u otras personas, cuando compito por algo estoy queriendo ganar para mí la mayor parte de ese algo en contra de otro u otros.

La ambición de cosas externas nos lleva al exterior para obtener esas cosas que creemos satisfarán nuestro ser interior. Lo curioso es que cuando hacemos las cosas de esta forma ese ser interior no se satisface, siempre quiere más, y de esta manera se hace esclavo de lo externo. En cambio la ambición del amor nos lleva a nuestro ser interior y de allí nos motiva a compartir ese amor con el mundo, en todo caso aquí el riesgo es que nos hagamos esclavos del amor, ¿vale la pena correr ese riesgo?: yo creo que sí, ¿y ustedes que piensan?

Hasta el lunes.