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domingo, 28 de agosto de 2016

EL CICLO DEL APRENDIZAJE Y EL COACHING

Según John Whitmore hay una perspectiva del aprendizaje bastante aceptada en el ámbito empresarial que lo describe como un ciclo compuesto de cuatro fases: i) la incompetencia inconsciente, ii) la incompetencia consciente, iii) la competencia consciente, y iv) la competencia inconsciente.

La primera fase es la incompetencia inconsciente. En palabras sencillas: esta fase es cuando no sabemos que no sabemos. No podemos aprender lo que no sabemos que no sabemos. En mi opinión, la curiosidad es la cualidad que nos puede sacar de esta etapa. Cuando somos curiosos buscamos descubrir cosas que no sabemos, comenzamos a abrir puertas sin saber exactamente a donde nos van a llevar.

La segunda fase es la incompetencia consciente. Es decir, en esta fase nos damos cuenta que no sabemos algo. Al tomar consciencia que no sabemos se abre la posibilidad del aprendizaje. Se abre la posibilidad de aprender en la medida que aceptemos la responsabilidad de emprender un camino de aprendizaje.

La tercera fase es la competencia consciente. Una vez que nos hemos hecho responsables de aprender, conscientemente podemos emprender un proceso de aprendizaje. Concretamente, nos comprometeremos a realizar las acciones necesarias para alcanzar ese aprendizaje.

La cuarta fase es la competencia inconsciente. A esta fase llegamos cuando hemos realizado un aprendizaje con tal esfuerzo y tanta repetición que lo dominamos a la perfección. Lo hacemos tan bien, que lo realizamos inconscientemente. Podemos tener ejemplos desde las actividades más sencillas hasta las más complejas. Entre los ejemplos de actividades sencillas, podemos mencionar cuando aprendemos a caminar, montar bicicleta, manejar carro, etc. Entre los ejemplos de actividades complejas podemos citar las de los grandes deportistas o artistas, que realizan sus actividades asombrosas como si fueran fáciles.

El modelo del coaching usa este  ciclo de aprendizaje. El coach mediante un proceso conversacional apoya al coachee a darse cuenta de las cosas que no sabe y que le impiden lograr sus resultados (primera y segunda fase del ciclo del aprendizaje). Una vez que el coachee toma consciencia que no sabe algo y se hace responsable de ello, el coach lo acompaña y apoya para que diseñe un plan de acciones que le permita lograr ese aprendizaje (tercera fase del ciclo de aprendizaje). Cuando el coachee se dedica a realizar las acciones de su plan con esfuerzo y repetición recurrente podrá alcanzar la maestría en lo que decidió aprender (cuarta fase del ciclo de aprendizaje).

Hasta la próxima.

lunes, 22 de agosto de 2016

EL QUE QUIERE CELESTE ….

Así dice el dicho: “El que quiere celeste …que le cueste”. Mi interpretación del dicho es que todo lo bueno cuesta esfuerzo, tiempo, disposición, entrega, etc.

Han terminado los juegos olímpicos y en la clausura de hoy, que dicho sea de paso me pareció espectacular, he visto como se cumplía ese dicho.

Y lo veía en las expresiones de los atletas, rostros alegres, cuerpos queriendo expresarse, listos para los gestos o para el baile, ponían una música y ya la querían bailar. A la mayoría los vi viviendo la emoción de la alegría, esa alegría contagiosa que hace que el espectador se contagie de esa misma alegría.

En mi opinión era alegría de la satisfacción de haber hecho su mejor esfuerzo en estas olimpiadas. Pocos son los ganadores, solo tres medallas por disciplina. Sin embargo, por la alegría que veía parecía que todos eran ganadores. Y a mi criterio, eso es cierto, todos son ganadores. Y lo son porque realizaron su mejor su esfuerzo.

Un esfuerzo además que no venía de un solo día. Un esfuerzo producto de un trabajo duro, cotidiano, entusiasta, que pospone el disfrute inmediato por la esperanza de la posibilidad futura. Que no ve el sacrificio de posponer el disfrute presente porque la esperanza del premio futuro es mayor. Un esfuerzo que libera su potencial y que les hace lograr lo inimaginable.

En el coaching los coachs vemos a nuestros coachees como a esos atletas olímpicos. Vemos ese potencial que ellos muchas veces no ven. Nuestras preguntas van orientadas a liberar ese potencial para que ellos estén conscientes y se hagan responsables de ese potencial, y para que sobre todo lo puedan aprovechar.

Pero el trabajo duro lo tiene el coachee, él o ella es, quien que luego de tomar consciencia y responsabilidad tiene que plantearse retos y sobre todo cumplirlos. No será fácil, será necesario trabajo arduo, cotidiano y entusiasta. El coach estará allí todo el tiempo, acompañándolos brindándoles las herramientas adecuadas.

El mejor resultado será el rostro de los coachees, como el de los atletas de estas olimpiadas, alegre, satisfecho de haber realizado su mejor esfuerzo, y haber alcanzado resultados que no pensaba alcanzar.

El que quiere celeste…….

Hasta la próxima.

jueves, 18 de agosto de 2016

CUANDO EL ALUMNO ESTÁ PREPARADO EL MAESTRO APARECE

El título de este artículo lo extraje del libro de Robert Fisher “El caballero de la armadura oxidada”, que por otro lado es un libro para leer y luego releer de vez en cuando.

A mí, este título me habla de la disposición de apertura como clave para aprender. Cuando estamos en la disposición de apertura nuestros sentidos se agudizan y estamos enfocados en lo que hacemos.

En mi experiencia personal recuerdo con más nitidez a mis maestros más entretenidos o cariñosos. En el plano de mis profesores a los que más recuerdo son a los que además de conceptos nuevos contaban historias, anécdotas y chistes para matizar sus clases. En el plano laboral los maestros que más recuerdo no son solo los que me enseñaron mucho, sino los que además de ello compartieron su tiempo y su afecto personal.

Ahora que soy coach y estoy más consciente de la importancia del mundo emocional, puedo apreciar como en mi caso esa disposición de apertura para aprender estuvo ligada a lo que percibía como entretenido o afectuoso. También puedo entender porque no me fue tan bien con los maestros que no tenían estas características. Sin embargo, hoy me doy cuenta de las oportunidades que pude haber dejado de aprovechar por dividir a mis maestros en esos dos grandes grupos: es decir, los entretenidos y afectuosos y los que no lo eran.

Pienso que está bien que los maestros busquen ser entretenidos o afectuosos para llegar mejor a sus alumnos. Pero como alumnos deberíamos poder ser conscientes de que no somos agentes pasivos en esa relación. Si los maestros no son capaces de crear un ambiente entretenido o afectuoso nosotros no somos víctimas inocentes de esa situación. Nosotros podemos asumir nuestra parte para crear ese ambiente entretenido y afectuoso. ¿Cómo? Pues haciendo preguntas, siendo curiosos, mostrando interés. Las emociones son contagiosas así que no renunciemos a tratar de contagiar nuestras emociones a nuestros maestros.

Cuando somos alumnos protagonistas estamos dispuestos a aprender y no importarán las características del maestro. Todos los días aprenderemos algo nuevo y aparecerán maestros en lo que leemos, en lo que vemos y en lo que vivimos.

Hasta el lunes.

lunes, 15 de agosto de 2016

MEDALLA DE PLATA PARA “DELPO”

La semana pasada escribí sobre la medalla de oro en Judo para una atleta argentina, la más chiquita de estatura solo 1.50 m. “La peque”. Ahora mi artículo trata sobre la medalla de plata en Tenis de otro atleta argentino “Delpo”, uno de los más altos de estatura con 1.98 m.

Si bien son diferentes en cuanto a estatura son muy similares en cuanto a seres humanos que sufren adversidades y saben levantarse de ellas.

“Delpo” saltó a la fama muy joven y su mejor puesto en el ranking de tenis fue en enero de 2010 en el que llegó al puesto 4. Sin embargo, ese mismo año comenzaron sus molestias físicas con relación a su muñeca izquierda que le significaron que obtuviera resultados dispares desde ese año. Subía y bajaba del ranking en proporciones considerables. No tenía regularidad.

El año pasado estuvo de para y terminó en el puesto 590 del ranking de la ATP. Actualmente está en el puesto 141. Con ese puesto entra a competir a las olimpiadas de Rio 2016, donde le tocaría jugar entre otros con Djokovic (1 del ranking), Nadal (5 del ranking) y Murray (2 del ranking).

Lo asombroso es que le gana con autoridad al Djokovic en el partido incial, lo cual habría desanimado a cualquiera. Imagínense, vienes de para, no estás en tu mejor momento y te toca en el partido inicial con el mejor del mundo. Es como para pensar: bueno y ¿a quienes vamos a ver en el resto de las olimpiadas?

Pero no fue así, partidazo contra Djokovic y al final lágrimas de los dos. Llanto del serbio, el número 1, porque se regresaba a casa a la primera de bastos. Por otro lado, llanto del argentino como si intuyera que era el comienzo de una campaña de ensueño para su carrera.

Los partidos siguientes no fueron fáciles para “Delpo”, tuvo partidos muy reñidos con el portugués Joao Sousa, el japonés Taro Daniel y el español Roberto Bautista. Y en la semifinal vencer a otro grande a Rafael Nadal, el que nunca se rinde, más valor para “Delpo”. Y en la final con Murray lo dejó todo. Alguien tenía que ganar y esta vez le tocó al escocés.

En mi opinión, lo interesante desde el punto de vista del coaching es que “Delpo” se olvidó de su lugar actual en el ranking y se la creyó. Confió en su potencial no en el ranking. Se dio cuenta de su realidad y se hizo responsable de su fortaleza interna y sus capacidades; sin importarle lo que pudieran pensar los demás. Y sobre todo actuó con todo su ser: cuerpo, lenguaje y emociones. De esa manera, se sorprendió el mismo y sorprendió a todos con sus resultados ¡Grande Delpo!

Hasta el jueves, aquí les dejo una foto de “Delpo” luego de ganarle a Nadal.

jueves, 11 de agosto de 2016

LA AMBICIÓN

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) para encontrar el significado de la palabra ambición encontraremos dos significados: “1) f. Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama. 2) f. Cosa que se desea con vehemencia”.

El primer significado está relacionado con cosas que esperamos obtener, tales como: poder, riquezas, dignidades o fama. En mi opinión, estas cosas tienen algunas características comunes: i) todas ellas están fuera de nuestro ser, es decir, tenemos que buscarlas fuera de nosotros, ii) son cosas deseables y escazas, por lo tanto, son cosas valiosas según la ley del mercado, iii) son cosas que usualmente se adquieren producto de la competencia.

En otras palabras, este significado nos hace dependientes de querer alcanzar cosas externas que tienen un valor económico social y que nos hace competir con otros seres humanos. Esa competencia nos hace rivales para conseguir lo que queremos e inevitablemente existirán ganadores y perdedores. El investigador Humberto Maturana sostiene que con la competencia aprendemos a querer ganar y empezamos a negar al otro. Cada vez estoy más cerca a ese pensamiento, lo único que me aleja son mis años de persona competitiva, pero espero llegar algún día a ser coherente con este pensamiento.

El segundo significado es más genérico dice: “cosa que se desea con vehemencia”. Ese espacio más abierto en mi opinión hace posible que se pueda ambicionar el amor. Y para hacer la definición de amor un poco más tangible cito nuevamente a Maturana y su definición de amor: “la aceptación del otro, como un legítimo otro en la convivencia”.

A mi criterio si ambicionamos ese amor, ya no estaríamos hablando de competir sino de compartir. Estaríamos pensando que somos seres humanos que compartimos un mundo y no que competimos en un mundo. Cuando comparto algo estoy partiendo ese algo con otra u otras personas, cuando compito por algo estoy queriendo ganar para mí la mayor parte de ese algo en contra de otro u otros.

La ambición de cosas externas nos lleva al exterior para obtener esas cosas que creemos satisfarán nuestro ser interior. Lo curioso es que cuando hacemos las cosas de esta forma ese ser interior no se satisface, siempre quiere más, y de esta manera se hace esclavo de lo externo. En cambio la ambición del amor nos lleva a nuestro ser interior y de allí nos motiva a compartir ese amor con el mundo, en todo caso aquí el riesgo es que nos hagamos esclavos del amor, ¿vale la pena correr ese riesgo?: yo creo que sí, ¿y ustedes que piensan?

Hasta el lunes.

lunes, 8 de agosto de 2016

MEDALLA DE ORO PARA “LA PEQUE”

Primero que todo les contaré quien es “La peque”. Su nombre es Paula Pareto  y es de nacionalidad argentina. Tiene 30 años y mide 1.50 metros. Es yudoca y el sábado ganó una medalla olímpica de oro ¡Tremenda peque!

Les contaré un poco más de ella. Antes de ganar esta reciente medalla de oro olímpica, ella ya había ganado otras medallas para su país. Medalla de bronce olímpica en el 2008. Medallas de oro y plata en los mundiales de 2015 y 2014 respectivamente. Medallas de oro, plata y bronce en los panamericanos de 2011, 2015 y 2007 respectivamente. Además de otras medallas de oro, plata y bronce en varios campeonatos panamericanos. Y como si esto fuera poco, se graduó de médica en el 2014 ¡Tremenda peque!

Ayer, antes de saber lo antes mencionado me hice hincha de “La peque”. La vi en sus dos últimos combates. La semifinal con una chica japonesa y la final con una chica coreana, ambas muy buenas, lo que enaltece aún más los triunfos de la argentina. Me gustó la actitud de “La peque”, muy concentrada, fuerte, hábil en su disciplina e inteligente para gestionar sus resultados.

Me encantó también su celebración. Con lágrimas en los ojos y colgada literalmente de su familia. Abrazando a todos, familiares, amigos, conocidos y desconocidos. Sus declaraciones emotivas y subrayando que no era un triunfo de ella sola, mencionaba a su entrenadora, a sus compañeras de entrenamiento, a la federación, en fin a todos los que la apoyaron en su camino ¡Tremenda peque!

A estas alturas mis queridos lectores y lectoras ustedes pueden estar diciendo, bueno, bacán, pero, ¿qué tiene que ver esto con el coaching?

Bueno, lo que pasa es que después que ganó su medalla, como comprenderán los argentinos comenzaron a divulgar la historia de “La peque” y le hicieron entrevistas más profundas. Con esa poca información me di cuenta que estaba frente a un gran ser humano. “La peque” conocía de triunfos, pero también conocía de derrotas. Ella contaba que estas derrotas no la deprimieron, al contrario, las aceptó y las consideró como aprendizajes: aprendo mucho más de las derrotas decía la argentina.

Asimismo, me imaginaba a “La peque” entrenando duro y en forma cotidiana, qué es la única forma en que se aprende a hacer las cosas para ser la mejor versión de uno mismo. Además, estudiando duro para ser médica. Contaba ella que aprovechaba todo tiempo escaso disponible para estudiar. Por eso no me canso de decir: ¡Tremenda peque!

Hasta el jueves, aquí les dejo una foto de “La peque” luego de ganar la final.

jueves, 4 de agosto de 2016

¿QUÉ NOS IMPIDE ACEPTAR LAS COSAS COMO SON?

Somos seres que nos gusta crear expectativas. Por ejemplo: i) si vamos a un espectáculo vamos con la expectativa de disfrutar una excelente función, ii) si probamos un postre tenemos la expectativa que esté como a nosotros nos gusta, iii) si vamos a una reunión de negocios tendremos la expectativa de hacer buenos negocios.

Lo que quizás no estamos muy conscientes es que cada vez que formulamos una expectativa, automáticamente estamos creando un riesgo. Claro que sí, el riesgo de que la expectativa que hemos formulado no se cumpla. Y si la expectativa que hemos creado en nuestra mente no se cumple, nos sentiremos tristes o enojados.

¿Curioso no?, al crear las expectativas nosotros mismos estamos creando una posibilidad de estar triste o enojado. En otras palabras si no creáramos ninguna expectativa en nuestra mente viviríamos nuestras experiencias y nos entristeceríamos o enojaríamos por situaciones reales.

Somos también seres que producimos creencias y juicios. Nuestras creencias y juicios son frutos de nuestro aprendizaje genético, social e individual. Las creencias y juicios son útiles porque nos ayudan entre otras cosas a evitar peligros, no cometer errores, coordinar acciones, etc., etc., etc.

Sin embargo, esas mismas creencias y juicios pueden estar influyendo para que hagamos o no hagamos acciones que evitan que logremos los objetivos, metas o resultados que anhelamos.

A estas alturas del artículo podríamos llegar a la conclusión que la solución para poder aceptar las cosas como son, serían por un lado, poder evitar la formulación de expectativas, y por otro lado, usar adecuadamente nuestras creencias y juicios. Pareciera fácil llegar a esa conclusión, ¿no?

Claro, a mi criterio fácil puede ser llegar a esa conclusión lo difícil es como implementarla ¿Por qué? Porqué la formulación de expectativas y el uso de creencias y juicios lo hemos aprendido desde que éramos niños, está dentro de nuestro ser y forma parte de nosotros. Lo que no necesariamente hemos aprendido desde niños es a reflexionar. Si, así es, a poder hacer un alto en el camino y reflexionar sobre lo que hacemos y lo que no hacemos en nuestra vida.

Reflexionar es analizar nuestras expectativas, creencias y juicios como si no fuesen nuestros. Mirarlos desde fuera de nosotros y retarlos, desafiarlos. Cuestionar los fundamentos que los validaron y analizar si siguen vigentes o si son realmente los adecuados. Si no nos enseñaron a reflexionar tendremos que aprenderlo por nuestra cuenta, con una práctica cotidiana constante, creando primero un hábito y luego una virtud.

Hasta el lunes.

lunes, 1 de agosto de 2016

APRENDER A APRENDER

Nosotros los coachs no somos consultores, no damos consejos, lo que hacemos son preguntas.

Lo que buscamos con nuestras preguntas es hacer reflexionar a nuestros coachees para que ellos puedan ver lo que no están viendo. Para que ellos puedan reconocer las creencias que pueden estar limitando sus acciones e impidiéndoles lograr las cosas que quieren. Nosotros no les enseñamos  nuestros coachees, los apoyamos para que logren “aprender a aprender”.

Es interesante, usualmente desde niños no nos forman para “aprender a aprender”. Al contrario, mayormente nos forman para acostumbrarnos a relacionar el aprender con tener que ser enseñados por alguien.

Existe la creencia que los padres y madres son los que deben enseñarles a los niños como son las cosas, y muchas veces se deja poco espacio para que los niños descubran cosas por si solos. Algo similar sucede en la escuela, el que sabe es el maestro y su función es enseñar a los niños. Se suele dejar poco espacio para fomentar la investigación y que los niños aprendan por si mismos.

Las consecuencias de la costumbre de estas formas de aprendizaje se pueden apreciar luego en los trabajos. Existe la tendencia de creer que el jefe debe saber todo, y no solo eso, también que deben enseñar lo que sabe a todos. Es decir seguimos reforzando el patrón por el cual para aprender algo necesitamos obligatoriamente que alguien nos enseñe.

Dejemos algo en claro, yo no estoy en desacuerdo con esa forma de aprender, lo único que digo es que no es la única. Si educáramos a nuestros niños para que aprendan a ser reflexivos, les estaríamos enseñando en términos sencillos a preguntar, ¿por qué? Esta pequeña pregunta de dos pequeñas palabras es la llave que abre las puertas del conocimiento. Recuerdo que el sr. Morales mi profesor de Física en mi colegio Guadalupe me decía: “en la ciencia siempre se pregunta, ¿por qué?

Cuando movilizados por la pregunta ¿por qué?, investigamos por nuestra cuenta y producimos nuestras propias conclusiones, estamos aprendiendo a aprender. Cuando motivados por la pregunta, ¿por qué?, hacemos preguntas a los que nos enseñan y hasta debatimos sobre los conceptos que estamos aprendiendo, estamos aprendiendo a aprender.

Cuando aprendemos a aprender no dependemos exclusivamente de que alguien nos enseñe. Cuando aprendemos a aprender nos hacemos más libres. Cuando aprendemos a aprender nos hacemos conscientes que somos los principales responsables de nuestro aprendizaje y de nuestra vida.

Hasta el jueves.