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jueves, 12 de mayo de 2016

CONSCIENCIA Y GESTIÓN DE EMOCIONES

Daniel Goleman y Peter Salovey consideran a las capacidades  de consciencia y de gestión de emociones como dos de las cinco principales esferas de la inteligencia emocional.

Para tener consciencia de nuestras emociones y poder reconocer las emociones que estamos viviendo debemos acostumbrarnos a autoobservarnos. Usualmente no nos autoobservamos en nuestro emocionar. Cuando lo hagamos podremos reflexionar sobre las causas, características y consecuencias de nuestras emociones. Sin este paso fundamental será casi imposible poder gestionar nuestras emociones.

La gestión de nuestras emociones tiene que ver con lo que se denomina “autodominio”. Sin embargo, este autodominio no significa que nosotros podemos dominar nuestras emociones impidiendo que estas se produzcan. Esta sería una tarea imposible, ya que nuestro emocionar es más rápido que nuestra racionalidad. Lo que significa este autodominio es que nuestra racionalidad nos permita responder adecuadamente a nuestras emociones. De tal manera que nos produzca un equilibrio emocional. Dicho en otras palabras, que la duración y magnitud de nuestras emociones sea la adecuada.

Un proceso clave para la gestión de emociones es la reflexión. Por lo tanto, es necesario que practiquemos constantemente la reflexión o autoreflexión. Mediante la reflexión podremos tomar consciencia primero y luego desafiar los fundamentos que pueden haber producido en nosotros emociones como la ira, la ansiedad y la tristeza. Muchas veces los fundamentos que originaron esas emociones, son errados, magnificados o existen de repente otros fundamentos que eran desconocidos por nosotros. Veamos algunos ejemplos:

-       Podemos tener ira y sed de venganza porque una persona se pasó la luz roja y chocó nuestro auto. Sin embargo, luego nos enteramos que esa persona estaba huyendo de unos asaltantes con armas. Al saber eso es probable que la ira se transforme en comprensión.
-       Podemos sentir una fuerte ansiedad porque pensamos que no pasaremos un examen final. Pero luego reflexionamos y nos damos cuenta que hemos estudiado y practicado lo suficiente y que es poco probable que nos equivoquemos en lo que sabemos. Es bastante factible que luego de ese análisis nuestra ansiedad se modere.
-       Finalmente podemos sentir tristeza porque perdimos nuestro trabajo. No obstante ello, al ponernos a pensar podemos darnos cuenta que hay otras opciones laborales más interesantes a las cuales podemos postular. Lo más probable es que luego de esa reflexión  ya no estemos tan tristes.

Hasta el lunes.