'

lunes, 4 de enero de 2016

LA TERNURA

Humberto Maturana menciona que la ternura es la emoción que aparece cuando ponemos atención y nos identificamos con las vivencias del otro. Esa atención e identificación preparará nuestro cuerpo para acoger, acercarnos, o cuidar al otro. La magnitud de esta emoción puede ir desde la identificación hasta el compromiso solidario.

Susana Bloch señala que “la ternura es un espacio de apertura y armonía”, en ese espacio la respiración se hace lenta y larga, la cabeza se inclina ligeramente hacia adelante y surge una leve sonrisa. Sostiene ella que si replicamos intencionalmente esa clase de respiración y postura nos apoyará a sentirnos abiertos, acogedores, amistosos, cariñosos, fraternales, solidarios.

La respuesta adecuada (funcional) a la emoción de la ternura es el acercamiento a los otros para acogerlos, cuidarlos, cooperar con ellos. La respuesta inadecuada (disfuncional) será cuando exageramos esa cooperación o cuidado y se convierte en sobreprotección o sobre cuidado, que impiden el desarrollo independiente de las personas.

Los ejemplos para clarificar las características de estas respuestas adecuadas o inadecuadas frente a la emoción de la ternura podemos ubicarlos en la vida cotidiana:

-       Como padres y madres nuestra respuesta adecuada estará ligada con nuestra disposición para escuchar, guiar, aconsejar, a nuestros hijos en los problemas que puedan enfrentar en su crecimiento personal. La respuesta inadecuada estará relacionada con el tratar de evitar a toda costa que incurran en problemas, o lo que puede ser más complicado solucionarlos por ellos. Esto último los hará dependientes de sus padres y limitará su desarrollo autónomo.
-       Como jefes o líderes nuestra respuesta adecuada tendrá que ver con nuestra apertura para escuchar a nuestros colaboradores y para enseñarles, aconsejarlos, y exigirles tomar decisiones para resolver los problemas que se le presenten. La respuesta inadecuada está ligada a no dejarlos tomar sus decisiones para evitar que pudieran equivocarse, o resolver todos los problemas en lugar de delegar la autoridad para que ellos puedan resolverlos. Esto último los hará dependientes de sus jefes y limitará sus posibilidades de promoción, autonomía y desarrollo profesional.


Hasta el jueves en que hablaremos de la emoción del placer.