Humberto Maturana
menciona que la ternura es la emoción que aparece cuando ponemos atención y nos
identificamos con las vivencias del otro. Esa atención e identificación preparará
nuestro cuerpo para acoger, acercarnos, o cuidar al otro. La magnitud de esta
emoción puede ir desde la identificación hasta el compromiso solidario.
Susana Bloch señala
que “la ternura es un espacio de apertura y armonía”, en ese espacio la
respiración se hace lenta y larga, la cabeza se inclina ligeramente hacia
adelante y surge una leve sonrisa. Sostiene ella que si replicamos
intencionalmente esa clase de respiración y postura nos apoyará a sentirnos
abiertos, acogedores, amistosos, cariñosos, fraternales, solidarios.
La respuesta adecuada
(funcional) a la emoción de la ternura es el acercamiento a los otros para
acogerlos, cuidarlos, cooperar con ellos. La respuesta inadecuada
(disfuncional) será cuando exageramos esa cooperación o cuidado y se convierte
en sobreprotección o sobre cuidado, que impiden el desarrollo independiente de
las personas.
Los ejemplos para clarificar
las características de estas respuestas adecuadas o inadecuadas frente a la
emoción de la ternura podemos ubicarlos en la vida cotidiana:
-
Como padres y madres nuestra respuesta
adecuada estará ligada con nuestra disposición para escuchar, guiar, aconsejar,
a nuestros hijos en los problemas que puedan enfrentar en su crecimiento
personal. La respuesta inadecuada estará relacionada con el tratar de evitar a toda costa que incurran en problemas, o lo que puede ser más complicado solucionarlos
por ellos. Esto último los hará dependientes de sus padres y limitará su
desarrollo autónomo.
-
Como jefes o líderes nuestra respuesta
adecuada tendrá que ver con nuestra apertura para escuchar a nuestros
colaboradores y para enseñarles, aconsejarlos, y exigirles tomar decisiones
para resolver los problemas que se le presenten. La respuesta inadecuada está
ligada a no dejarlos tomar sus decisiones para evitar que pudieran equivocarse,
o resolver todos los problemas en lugar de delegar la autoridad para que ellos
puedan resolverlos. Esto último los hará dependientes de sus jefes y limitará
sus posibilidades de promoción, autonomía y desarrollo profesional.
Hasta el jueves en que
hablaremos de la emoción del placer.