En mis caminatas
diarias matutinas, a veces paso por el local del Instituto Nacional de Defensa
Civil (INDECI). Si bien me había dado cuenta que los lunes izaban la bandera,
nunca había pasado por allí exactamente a las 8 de la mañana que es la hora en
que esto sucede.
Un lunes me quede
mirando la sencilla pero sentida ceremonia. Eran solo cuatro filas de 4
personas cada una frente a las dos personas que procederían a izar la bandera.
De pronto, suena la “Marcha de banderas”: “Arri, arri, arriba el Perú …….”, y así,
comienza el izamiento de la bandera. Mientras tanto, todas las personas participantes
del acto lo presenciaban con mucha seriedad y respeto, lo cual irradiaba un
aire de solemnidad en el ambiente. Tal cantidad de emociones patrióticas hacían
que yo al rato siguiera mi camino emocionado.
Sin embargo, en el
caminar de regreso a mí casa, contrastaba la experiencia vivida con otras
experiencias de la vida cotidiana en las que se usa la frase “saludo a la
bandera” para significar situaciones en las que hay ausencia de respeto. Por
ejemplo, a veces se escucha, ese semáforo es un “saludo a la bandera” para
significar que nadie cumple sus señales, o de repente se cita a alguna ley que
nos concede un derecho, y se dice, esa ley es un “saludo a la bandera” para
significar que nadie le hace caso o no se cumple. En ese momento las emociones
que involucran esas palabras son irrespetuosas y de desdén.
Independientemente del
análisis patriótico de esta situación, lo interesante en mi opinión es tomar
consciencia de como un símbolo en este caso “la bandera”, puede significar dos
clases de emociones en dos contextos diferentes. Interesante también es conocer
que estás emociones las ratificamos como prácticas sociales cada vez que las
realizamos en nuestra vida cotidiana.
Y tú querido lector o
lectora, ¿con que emoción saludas a tu bandera?, ¿qué mensaje quieres
transmitir?
Hasta el lunes.