Cómo han podido apreciar en mis primeros artículos publicados en este Blog, el “aprendizaje” es un factor clave en el coaching. Ahora bien, inclusive si hiciéramos una encuesta entre la gente para saber cuáles consideran que son los procesos más importantes en su vida, no me cabe duda que el aprendizaje estaría entre ellos.
Si esto es así, ¿qué hace que en la práctica los procesos de aprendizaje no sean incursionados con mucho entusiasmo o mucha frecuencia por muchas personas? La respuesta pensamos está en la existencia de los que se denominan: “enemigos del aprendizaje”. Rafael Echeverría en su libro “Ontología del lenguaje” menciona varios de ellos, y mi maestro Pedro Makabe en las clases de coaching nos hablaba también de ellos. A continuación mencionaré a algunos de estos enemigos del aprendizaje:
- La ceguera cognocitiva: muchas veces no sabemos que no sabemos y vivimos así tranquilos. La curiosidad y la humildad son amigos que nos pueden ayudar a salir de esa ceguera.
- La soberbia de creer saberlo todo: expresiones como: “pero si eso yo ya lo sé”, o “yo lo sé pero con otro nombre, es lo mismo”, o “yo ya estudié mucho, ¿qué más puedo aprender?” La humildad y sobre todo la valentía de reconocer que no sé algo, son los mejores amigos para enfrentar a este enemigo.
- La arrogancia de no reconocer autoridad a otros: en este caso pueden ser familiares expresiones tales como: “¿él o ella me va a enseñar a mí?, ¿a ver a quién le han ganado para que quieran enseñarme a mí? Nuevamente la humildad será una buena amiga que nos puede ayudar con este enemigo.
- Considerar que no podemos cambiar y que dado como somos no podemos hacer ciertas cosas: aquí nos pueden parecer familiares expresiones tales como: “para estas cosas manuales yo soy un inútil”, o “¿estudiar a mi edad?” Lo que nos puede ayudar con este enemigo es la consciencia de que somos seres que nos construimos a nosotros mismos en cada instante de nuestra vida, y la responsabilidad de hacer esto es nuestra.
- No darle prioridad al aprendizaje: en este caso la frase más usada es: “¡No tengo tiempo!” El amigo que nos puede ayudar con este enemigo es la autoreflexión: ¿será cierto que no tengo tiempo para el aprendizaje?, ¿qué puedo dejar de hacer para poder tener tiempo para aprender?
Estos son algunos de los enemigos del aprendizaje queridos lectores, ¿se han identificado con alguno de ellos? Si fuera así, es un buen tiempo para reflexionar.
Hasta el lunes en que seguiremos identificando a otros enemigos del aprendizaje.