En las relaciones e
interacciones entre los seres humanos es usual que se den discrepancias. Los
seres humanos aprendemos a solucionar nuestras discrepancias para poder
convivir en sociedad.
Sin embargo, hay
discrepancias sencillas y discrepancias complejas. Según Humberto Maturana las
discrepancias más complejas son las que tienen bases emocionales más sólidas.
En opinión de él, todo argumento racional se basa en algún conjunto de
creencias, certezas, juicios aceptados desde el emocionar. Y en la medida que
esas creencias, certezas, juicios sean muy poderosos impedirán que la persona
que es presa de ellos puede abrirse a posiciones diferentes o contrarias.
Supongamos que dos familias
amigas están buscando que hacer en un día feriado y a las dos familias les
gusta el ambiente campestre (coincidencia emocional). Un miembro de unas de las
familias propone ir a al restaurante campestre “El fundo” y su fundamento es
que allí cocinan muy bien. De pronto un
miembro de la otra familia propone el restaurante “La cacerola” y sus
fundamentos son que allí además de cocinar bien, hay piscinas y juegos
recreativos. La primera familia ante los mejores fundamentos de la segunda
familia decide ir al restaurante “La cacerola”.
Pero veamos qué sucede
cuando no hay coincidencia emocional. Para ello cambiemos algunos factores
dejando los otros iguales. Supongamos que la propuesta de la primera familia del
restaurante campestre “El fundo” es porque le gustan esta clase de restaurantes
y odian los restaurantes playeros. Por otra parte, supongamos que la propuesta
de la segunda familia del restaurante “La cacerola” se refiere a un restaurante
playero, porque odian los restaurantes campestres. De pronto el acuerdo no
llega a pesar de que la propuesta de la segunda familia tenga mejores
fundamentos racionales. En este caso esos fundamentos racionales no logran
superar los fundamentos emocionales de la primera familia.
¿Qué se hace en estos casos?
Si las dos familias como también hemos supuesto son amigas y predomina la
emoción de la amistad buscarán un acuerdo que permita que ambas se sientan bien
emocionalmente. Este acuerdo podría tener muchas variantes, desde quedarse en
la casa de una ellas, o buscar un lugar que no sea ni playero ni campestre, o
buscar turnarse esta vez en uno y la próxima vez en otro. El punto es, que
cuando hay discrepancias con fundamentos emocionales poderosos la única forma
de solucionarlas es con alternativas que partan de una emoción más abarcadora,
como en este caso la amistad.
Ahora, quizás podemos
entender porqué es tan difícil que se pongan de acuerdo los mineros con los
campesinos-pastores o los ambientalistas.
Hasta el jueves.