La pregunta del presente
artículo me vino a la mente por una de los tantos pensamientos de Humberto
Maturana que me hicieron reflexionar.
Según Maturana los seres
humanos siempre hacemos lo que queremos. Puede ser en forma directa, es decir,
cuando hacemos lo que nos gusta. Pero también puede ser en forma indirecta, es
decir, cuando hacemos algo porque queremos las consecuencias de hacerlo, a
pesar de que no nos guste hacerlo.
Veamos algunos ejemplos de esto:
1) Directa:
Yo trabajo en esa empresa porque me gusta el trabajo en la empresa que laboro.
Indirecta: Yo trabajo en esa empresa porque
gano bien, pero la verdad, ese trabajo no me gusta.
2) Directa:
Voy a ir a esa fiesta porque me gusta ese ambiente.
Indirecta: Voy a ir a esa fiesta porque es
una buena ocasión para hacer contactos de negocios, pero realmente no me gusta
ese ambiente.
3) Directa:
Yo voy a jugar golf porque me gusta.
Indirecta: Yo voy a jugar golf para acompañar
a mis clientes que disfrutan ese juego, pero la verdad, a mí, me parece muy
aburrido.
4) Directa:
Voy a ese restaurante porque me gusta la comida japonesa.
Indirecta: Voy a ir a ese restaurante porque
a mi jefe le gusta y él me ha invitado, pero la verdad es que la comida
japonesa no me gusta.
5) Directa:
Yo manejo mi auto todos los días porque me encanta manejar a pesar del tráfico.
Indirecta: Yo manejo mi auto porque tengo que ir a mi
trabajo que queda a una hora de mi casa y no hay transporte público que me
lleve directo y el taxi es muy caro. Pero la verdad es que no me gusta manejar,
y más con este tráfico.
En mi opinión, lo
interesante de este enfoque aparte de hacer el ejercicio de reflexión por sí mismo,
es que en todos los casos las personas pueden elegir una de las dos opciones:
la directa o la indirecta.
En otras palabras, al final
de un proceso reflexivo racional, la persona debe elegir entre dos opciones, la
primera: hacer lo que le gusta (donde predomina la emocionalidad), o la segunda:
hacer lo que no le gusta pero si le gusta las consecuencias de hacer lo que no
le gusta (donde predomina la racionalidad). Al final, la persona elegirá lo que
quiera o prefiera hacer. Pero lo interesante a mi criterio es que siempre están
ahí las dos presentes: la emocionalidad y la racionalidad entrelazadas
planteando alternativas para nuestras decisiones.
Entonces, ¿tú qué opinas?,
¿siempre hacemos lo que queremos?
Hasta el lunes.