En mi artículo anterior
escribí sobre la emoción del amor según el pensamiento de Humberto Maturana. En
esta oportunidad quiero referirme a otro tema interesante que plantea Maturana
y que está referido a los orígenes de las culturas matrística y patriarcal y el
conflicto existente entre ellas.
Según Maturana la cultura
matrística nace en la convivencia social de los primeros seres humanos que eran
agricultores, recolectores y cazadores (hace más de un millón de años). Él
conjetura que las principales características de esa sociedad habrían sido la
de compartir una vida armoniosa sin jerarquías, de respeto, acuerdo, consenso y
equidad complementaria entre varones y mujeres. En otras palabras un ambiente
adecuado para desarrollar la emoción del amor: “la aceptación del otro como un
legítimo otro en la convivencia”.
Él conjetura también que la
cultura patriarcal debe haberse originado hace unos 7 o 6 mil años atrás, con
la actividad del pastoreo. Esta actividad del pastoreo es la que habría desarrollado
en los seres humanos la emoción de la apropiación y de la negación del otro. Primero,
con la restricción de otros comensales respecto al ganado que empieza a
considerarlo suyo, y luego con la destrucción de los posibles competidores
comensales (animales o humanos) a los que empieza a considerar como sus
enemigos.
Es decir, con el patriarcado
se habrían originado entre otras nociones: a) las relaciones de apropiación y
exclusión, enemistad y guerra, jerarquía y subordinación, poder y obediencia;
b) las relaciones de desconfianza y el deseo de dominación y control, c) la
búsqueda de la seguridad y el deseo de la abundancia recursos, d) la concepción
de la procreación como fuente generadora de poder y riqueza, y el sometimiento
de las mujeres por los varones en las familias. Como podemos apreciar lo común
de estas nociones originadas por el patriarcado es que implican la negación del
otro, lo cual es contrario al amor.
La cultura del patriarcado en
esa época antigua venció con la violencia a la cultura matrística, y es la
cultura que predomina en el mundo hasta nuestros días. Sin embargo, la cultura
matrística no murió, ya que ha sobrevivido hasta nuestros días a través de las
enseñanzas amorosas que se dan en la crianza de los niños de generación en
generación principalmente por las mujeres.
Eso explicaría porque los
seres humanos vivimos en esa lucha entre los ideales matrísticos guiados por el
amor que se aprenden en la niñez y principalmente enseñados por las mujeres, y
los ideales patriarcales guiados por la negación del otro que son los que imperan
una vez que incursionamos a la vida adulta.
Hasta el jueves.