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jueves, 30 de junio de 2016

REFLEXIÓN PERSONAL ENTRE LA CULTURA MATRÍSTICA Y MI TESIS

Desde que leí a Humberto Maturana y su teoría sobre la cultura matrística de la que escribí en mi artículo anterior, me impresionó mucho la forma en la que el autor conjetura que ha perdurado esa cultura en el mundo hasta nuestros días, a pesar del rol preponderante de la cultura patriarcal.

Como recordarán, él sostiene que esa cultura matrística guiada por el amor que implica “la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia” ha perdurado hasta nuestros días a través de la enseñanza a los niños y niñas principalmente por las mujeres en el ejercicio de su maternidad.

Esa forma en la que podría haber perdurado la cultura matrística hasta nuestros días, me hace relacionarla con una de las conclusiones de mi Tesis para obtener mi grado de Magister en Sociología.

En mi tesis, yo llegué a la conclusión de que en la muestra de mi investigación había encontrado a la “tercera mujer”. Esa mujer de la que habla el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky. Una mujer que se describe con el poder de gobernarse a sí misma y que quiere dirigir su vida sin vías sociales predefinidas, buscando lo mejor de los dos mundos, el público y privado: en el ámbito público con su incursión en la actividad laboral y política, y en el ámbito privado con el poder protagónico de la maternidad.

Las mujeres que encontré en el grupo de investigación de mi tesis tenían muy claro que una de las prioridades de su vida era su rol materno. Además, ellas se veían como protagonistas en las actividades del cuidado de los niños y niñas en el hogar en cuanto a su rol materno. Sin embargo, esas  mismas mujeres tenían muy clara su necesidad de participar en el mundo laboral como parte de su desarrollo personal y profesional en sus vidas.

Luego de leer la teoría matrística de Maturana pienso que desde la perspectiva de esas “terceras mujeres” tendríamos garantizada la continuación de la enseñanza de la cultura matrística guiada por el amor en la crianza de los niños y niñas. Asimismo, tendríamos la posibilidad de que ese enfoque matrístico se extienda y pueda ser aplicado por las mujeres en sus participaciones en el ámbito público (en las actividades laborales y políticas que es donde a mi criterio tanto se necesita).

Sin embargo, pienso que el principal reto está ahora en el campo de los varones y mujeres que aún vivimos bajo la influencia de la cultura patriarcal ¿Podremos desechar nuestro apego por dicha cultura patriarcal que niega al otro?  Y en el caso de los varones: ¿Seremos capaces de incursionar en el ámbito privado del cuidado de los niños y las niñas con la misma fuerza que las mujeres han incursionado en el ámbito público laboral y político?

Hasta el lunes.

lunes, 27 de junio de 2016

EL CONFLICTO ENTRE LA CULTURA MATRÍSTICA Y LA PATRIARCAL

En mi artículo anterior escribí sobre la emoción del amor según el pensamiento de Humberto Maturana. En esta oportunidad quiero referirme a otro tema interesante que plantea Maturana y que está referido a los orígenes de las culturas matrística y patriarcal y el conflicto existente  entre ellas.

Según Maturana la cultura matrística nace en la convivencia social de los primeros seres humanos que eran agricultores, recolectores y cazadores (hace más de un millón de años). Él conjetura que las principales características de esa sociedad habrían sido la de compartir una vida armoniosa sin jerarquías, de respeto, acuerdo, consenso y equidad complementaria entre varones y mujeres. En otras palabras un ambiente adecuado para desarrollar la emoción del amor: “la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia”.

Él conjetura también que la cultura patriarcal debe haberse originado hace unos 7 o 6 mil años atrás, con la actividad del pastoreo. Esta actividad del pastoreo es la que habría desarrollado en los seres humanos la emoción de la apropiación y de la negación del otro. Primero, con la restricción de otros comensales respecto al ganado que empieza a considerarlo suyo, y luego con la destrucción de los posibles competidores comensales (animales o humanos) a los que empieza a considerar como sus enemigos.

Es decir, con el patriarcado se habrían originado entre otras nociones: a) las relaciones de apropiación y exclusión, enemistad y guerra, jerarquía y subordinación, poder y obediencia; b) las relaciones de desconfianza y el deseo de dominación y control, c) la búsqueda de la seguridad y el deseo de la abundancia recursos, d) la concepción de la procreación como fuente generadora de poder y riqueza, y el sometimiento de las mujeres por los varones en las familias. Como podemos apreciar lo común de estas nociones originadas por el patriarcado es que implican la negación del otro, lo cual es contrario al amor.

La cultura del patriarcado en esa época antigua venció con la violencia a la cultura matrística, y es la cultura que predomina en el mundo hasta nuestros días. Sin embargo, la cultura matrística no murió, ya que ha sobrevivido hasta nuestros días a través de las enseñanzas amorosas que se dan en la crianza de los niños de generación en generación principalmente por las mujeres.

Eso explicaría porque los seres humanos vivimos en esa lucha entre los ideales matrísticos guiados por el amor que se aprenden en la niñez y principalmente enseñados por las mujeres, y los ideales patriarcales guiados por la negación del otro que son los que imperan una vez que incursionamos a la vida adulta.

Hasta el jueves.

jueves, 23 de junio de 2016

LA EMOCIÓN DEL AMOR SEGÚN HUMBERTO MATURANA

Hablar del amor puede ser muy fácil y complejo a la vez. Hay muchos significados del amor dependiendo de diferentes puntos de vista, podría ser: religioso, afectivo, erótico, amical, universal, etc.

En este artículo nos vamos a referir a la emoción del amor tal como la concibe Humberto Maturana. Es decir, como la emoción fundamental que mueve al mundo. Para Maturana el amor es la conducta que expresa “la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia”.

Según el autor los seres humanos somos seres amorosos por naturaleza. El origen de lo social, ese deseo de convivencia social, debe haber nacido en la aceptación de los otros por amor.

El amor expresado en forma de conducta implica un compromiso con esa conducta. En otras palabras, cada vez que negamos esa conducta negando al otro no estamos actuando en el amor, porque el amor es la aceptación del otro.

Estar consciente de nuestras emociones y gestionarlas implica actuar en forma coherente con ellas aceptando las responsabilidades de nuestro hacer. Si queremos vivir en la emoción del amor, nuestras acciones conductuales tienen que reflejar “la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia”.

Alguien podría decir, pero porque soy reiterativo si el tema está claro. Veamos algunas conductas de la vida cotidiana que pone de ejemplo el autor  y en las cuales estaríamos negando al otro y por lo tanto no viviendo en el amor:
-       La competencia es una conducta muy valorada en nuestra sociedad y sin embargo implica la negación del otro (del que no gana). La competencia como forma de conducta se opone a la cooperación y al compañerismo.
-       La obediencia, otra conducta muy valorada en nuestra sociedad también implica la negación del otro (del que tiene que obedecer). En este caso esta conducta está en contra de la concertación y de buscar acuerdos.
-       El machismo, es la conducta del varón que niega el desarrollo de la mujer como ser humano. Esta conducta está en contra del desarrollo colaborativo y equitativo entre el varón y la mujer en la convivencia de su mundo laboral y del hogar.
-       La conducta de la ambición económica desmedida, niega la existencia de los otros. Está en contra de la solidaridad, la colaboración y el compartir.

Si queremos vivir en el amor, la reflexión que debemos hacer continuamente es si nuestra conducta o nuestras acciones están aceptando o negando al otro. Y recordar que si queremos vivir en el amor como lo interpreta Maturana: tenemos que “aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia”. La reiteración es adrede.

Hasta el lunes.

lunes, 20 de junio de 2016

LAS DISCREPANCIAS EMOCIONALES

En las relaciones e interacciones entre los seres humanos es usual que se den discrepancias. Los seres humanos aprendemos a solucionar nuestras discrepancias para poder convivir en sociedad.

Sin embargo, hay discrepancias sencillas y discrepancias complejas. Según Humberto Maturana las discrepancias más complejas son las que tienen bases emocionales más sólidas. En opinión de él, todo argumento racional se basa en algún conjunto de creencias, certezas, juicios aceptados desde el emocionar. Y en la medida que esas creencias, certezas, juicios sean muy poderosos impedirán que la persona que es presa de ellos puede abrirse a posiciones diferentes o contrarias.

Supongamos que dos familias amigas están buscando que hacer en un día feriado y a las dos familias les gusta el ambiente campestre (coincidencia emocional). Un miembro de unas de las familias propone ir a al restaurante campestre “El fundo” y su fundamento es que allí cocinan muy bien.   De pronto un miembro de la otra familia propone el restaurante “La cacerola” y sus fundamentos son que allí además de cocinar bien, hay piscinas y juegos recreativos. La primera familia ante los mejores fundamentos de la segunda familia decide ir al restaurante “La cacerola”.

Pero veamos qué sucede cuando no hay coincidencia emocional. Para ello cambiemos algunos factores dejando los otros iguales. Supongamos que la propuesta de la primera familia del restaurante campestre “El fundo” es porque le gustan esta clase de restaurantes y odian los restaurantes playeros. Por otra parte, supongamos que la propuesta de la segunda familia del restaurante “La cacerola” se refiere a un restaurante playero, porque odian los restaurantes campestres. De pronto el acuerdo no llega a pesar de que la propuesta de la segunda familia tenga mejores fundamentos racionales. En este caso esos fundamentos racionales no logran superar los fundamentos emocionales de la primera familia.

¿Qué se hace en estos casos? Si las dos familias como también hemos supuesto son amigas y predomina la emoción de la amistad buscarán un acuerdo que permita que ambas se sientan bien emocionalmente. Este acuerdo podría tener muchas variantes, desde quedarse en la casa de una ellas, o buscar un lugar que no sea ni playero ni campestre, o buscar turnarse esta vez en uno y la próxima vez en otro. El punto es, que cuando hay discrepancias con fundamentos emocionales poderosos la única forma de solucionarlas es con alternativas que partan de una emoción más abarcadora, como en este caso la amistad.

Ahora, quizás podemos entender porqué es tan difícil que se pongan de acuerdo los mineros con los campesinos-pastores o los ambientalistas.

Hasta el jueves.

jueves, 16 de junio de 2016

¿HACEMOS LO QUE QUEREMOS?

La pregunta del presente artículo me vino a la mente por una de los tantos pensamientos de Humberto Maturana que me hicieron reflexionar.

Según Maturana los seres humanos siempre hacemos lo que queremos. Puede ser en forma directa, es decir, cuando hacemos lo que nos gusta. Pero también puede ser en forma indirecta, es decir, cuando hacemos algo porque queremos las consecuencias de hacerlo, a pesar de que no nos guste hacerlo.

Veamos algunos ejemplos de esto:

1)     Directa: Yo trabajo en esa empresa porque me gusta el trabajo en la empresa que laboro.
Indirecta: Yo trabajo en esa empresa porque gano bien, pero la verdad, ese trabajo no me gusta.
2)     Directa: Voy a ir a esa fiesta porque me gusta ese ambiente.
Indirecta: Voy a ir a esa fiesta porque es una buena ocasión para hacer contactos de negocios, pero realmente no me gusta ese ambiente.
3)     Directa: Yo voy a jugar golf porque me gusta.
Indirecta: Yo voy a jugar golf para acompañar a mis clientes que disfrutan ese juego, pero la verdad, a mí, me parece muy aburrido.
4)     Directa: Voy a ese restaurante porque me gusta la comida japonesa.
Indirecta: Voy a ir a ese restaurante porque a mi jefe le gusta y él me ha invitado, pero la verdad es que la comida japonesa no me gusta.
5)     Directa: Yo manejo mi auto todos los días porque me encanta manejar a pesar del tráfico.
Indirecta: Yo manejo mi auto porque tengo que ir a mi trabajo que queda a una hora de mi casa y no hay transporte público que me lleve directo y el taxi es muy caro. Pero la verdad es que no me gusta manejar, y más con este tráfico.

En mi opinión, lo interesante de este enfoque aparte de hacer el ejercicio de reflexión por sí mismo, es que en todos los casos las personas pueden elegir una de las dos opciones: la directa o la indirecta.

En otras palabras, al final de un proceso reflexivo racional, la persona debe elegir entre dos opciones, la primera: hacer lo que le gusta (donde predomina la emocionalidad), o la segunda: hacer lo que no le gusta pero si le gusta las consecuencias de hacer lo que no le gusta (donde predomina la racionalidad). Al final, la persona elegirá lo que quiera o prefiera hacer. Pero lo interesante a mi criterio es que siempre están ahí las dos presentes: la emocionalidad y la racionalidad entrelazadas planteando alternativas para nuestras decisiones.

Entonces, ¿tú qué opinas?, ¿siempre hacemos lo que queremos?

Hasta el lunes.

lunes, 13 de junio de 2016

LA REFLEXIÓN

En nuestro artículo anterior, “Somos seres que vivimos en el lenguaje” dijimos que según Humberto Maturana los seres humanos podemos percibir, interpretar y actuar en el mundo con nuestros conocimientos emocionales y racionales entrelazados. Esta característica nos permite tener consciencia de nuestros actos y poder reflexionar sobre ellos en el lenguaje.

¿Pero, por qué es importante que tengamos está capacidad de reflexión?

La reflexión es importante porque nos protege de algunas cosas que en algún momento nos son útiles como son: las certezas, las creencias y los juicios.

¿Por qué nos son útiles las certezas, creencias y juicios?

Nos son útiles porque si no tuviéramos las certezas, creencias y juicios estaríamos cavilando todo el tiempo. Demoraríamos nuestra toma de decisiones sencillas y complejas. Perderíamos eficiencia en nuestra coordinación de actividades individuales y con los demás, etc. En conclusión las certezas, creencias y juicios son útiles, claro que sí, ese no es problema.

El problema es que nos pueden ocasionar algunas dificultades. La primera dificultad es cuando se empiezan a considerar como verdades absolutas. Porque las verdades absolutas son enemigas de la reflexión, no se reflexiona sobre lo que se cree verdadero o cierto. La segunda dificultad es que cuando se convierten en verdades absolutas se vuelven “invisibles” e incuestionables. Es decir, como no se ven porque se asumen ciertas, no se hace una revisión de la vigencia y validez de ellas, ni de sus fundamentos.

Por tal razón, una primera virtud de la reflexión es que hace visible lo invisible. Por cuanto recupera las certezas, creencias y juicios y nos permite analizar los fundamentos que las sostienen.

Una segunda virtud de la reflexión es que nos permite practicar el desapego, es decir soltar de nuestro ser esas certezas, creencias y juicios. Tomar distancia de ellas, para poder mirarlas, desafiarlas, retarlas, cuestionarlas.

Una tercera virtud es cuando producto de nuestra reflexión decidimos abandonar algunas certezas, creencias, juicios cuyos fundamentos ya no son vigentes o válidos. En ese momento, nuestro horizonte de posibilidades de acción se incrementa. Nos damos cuenta que hemos  expandido nuestros límites de acción. Y que tenemos una mayor capacidad de acción que nos permite por un lado enfrentar problemas, y por otro lado, tener mayores posibilidades para alcanzar nuestros objetivos y metas en la vida.

Hasta el jueves.

jueves, 9 de junio de 2016

SOMOS SERES QUE VIVIMOS EN EL LENGUAJE Y LAS EMOCIONES

Según Humberto Maturana, el lenguaje debe haberse originado en la antigüedad, debido a la afectividad emocional y social con las que los seres humanos coordinaban sus acciones individuales y grupales para la sobrevivencia.

Esa conducta emocional afectiva de colaboración cotidiana, adicionada al desarrollo de sus capacidades biológicas (sistema nervioso y cerebro), son las que habrían hecho posible la creación del lenguaje. Así, el lenguaje habría surgido entrelazado al emocionar, que en ese entonces era lo que guiaba las acciones de los seres humanos.

El lenguaje incrementó y le dio mucha flexibilidad a la coordinación de acciones que los seres humanos efectuaban para realizar sus actividades individuales y conjuntas. Esto pudo ser posible debido a que el lenguaje permitió que los seres humanos pudieran crear significados para identificar, describir e interpretar las cosas del mundo y sus emociones, conductas, movimientos, etc.

Es decir, los seres humanos a diferencia de los animales perciben, interpretan y actúan en el mundo con sus conocimientos emocionales y lingüísticos entrelazados. Esta diferencia es crucial, porque esta capacidad de reflexión que nos da el lenguaje, nos permite tener consciencia de nuestros actos y hacernos responsables de ellos. Esta capacidad de reflexión es un acto en el lenguaje que como ya hemos hablado en artículos anteriores nos permite a los seres humanos gestionar y cambiar nuestras emociones.

A ese hecho de vivir en el lenguaje el autor le llama “lenguajear”. En otras palabras, cuando los seres humanos interactuamos con el mundo lo hacemos con nuestro “emocionar entrelazado con nuestro lenguajear”.

Una pregunta que podría surgir a estas alturas es: ¿Y por qué esto es importante? En mi opinión es importante porque nos muestra que los seres humanos no podemos ser completamente racionales, ni completamente emocionales. Emocionalidad y racionalidad siempre estarán entrelazadas en nuestro ser.

En conclusión tenemos que aceptar nuestras emociones y reflexionar sobre los fundamentos que las sustentan. Esas reflexiones nos permitirán cuestionar los fundamentos de nuestras emociones, y coordinar las acciones adecuadas para gestionar nuestras emociones o cambiarlas.

La importancia de la reflexión es que nos permite ser responsables de nuestras acciones y protagonistas de nuestro futuro.

Hasta el lunes..

lunes, 6 de junio de 2016

LA EDUCACIÓN EMOCIONAL

El consenso de los autores que cita Daniel Goleman en su libro La inteligencia emocional concuerda en que la niñez es la etapa más importante para generar la educación emocional que servirá para toda la vida. En la niñez nuestro cerebro va almacenando nuestras experiencias en datos y emociones. La importancia de este almacenamiento de datos y emociones es que nuestro cerebro las evocará cuando perciba que estamos viviendo circunstancias similares y actuará según las emociones evocadas.

Nuestro sistema emocional es mucho más antiguo que nuestro sistema racional. Es más los expertos afirman que el sistema racional surge entrelazándose con el sistema emocional que es primario. Por tal razón, es que los componentes corporales del sistema emocional perciben el mundo con mayor rapidez que los componentes corporales del sistema racional. Y es también por esa razón, que en muchas circunstancias de nuestra vida actuamos primero en función de nuestras emociones que en cuanto a nuestra racionalidad.

Tener consciencia de todo lo antes mencionado debería haber hecho que los seres humanos le demos una importancia preponderante a la educación emocional. Sin embargo, no ha sido así. La prioridad en materia de educación ha estado y está priorizada por la adquisición de conocimientos cognocitivos y el uso de nuestra racionalidad. Los cuales claro que son importantes. Pero que no deberían soslayar la importancia de los conocimientos emocionales.

Como el principal aprendizaje emocional se da en la niñez, los principales protagonistas de la enseñanza son los padres. Los cuales deberían ser capacitados para que en primer lugar tengan consciencia de la importancia de la crianza emocional y en segundo lugar sobre los principios básicos que ellos deberían enseñar a sus hijos. Y sobre todo, a estar conscientes que su principal enseñanza estará en lo que expresen con sus comportamientos más que lo que expresen en el lenguaje.

El refuerzo emocional debería continuar en las escuelas. Para ello debería haber una capacitación de los maestros en el desarrollo de las capacidades básicas de la inteligencia emocional. Lo interesante es que este reforzamiento de la educación emocional en las escuelas debería ser no solo teórico sino eminentemente práctico. Las emociones se aprenden en nuestras experiencias con el mundo. Por lo tanto, las experiencias del mundo nos deberían servir para explicar la importancia de las emociones en nuestras conductas y la forma en que podemos gestionarlas para aprovecharlas en forma productiva.

Hasta el jueves.

jueves, 2 de junio de 2016

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN LAS PAREJAS

Los comportamientos de los varones y las mujeres no son iguales. Hay muchas características biológicas, emocionales y sociales que explican las diferencias entre los comportamientos de los varones y mujeres. Daniel Goleman pone énfasis en que el condicionamiento emocional diferencial con que se crían a los varones y a las mujeres es muy relevante para explicar sus comportamientos.

Como sabemos los principales aprendizajes emocionales se dan en la niñez. En esa etapa de la vida usualmente a las niñas se les brinda un repertorio emocional más abundante que a los niños. Es por esa razón que las niñas van desarrollando una mayor capacidad emocional que los niños. Las consecuencias de esas diferencias se pueden apreciar en la tendencia que tienen los varones a darle un mayor valor a su autonomía e independencia, a diferencia de las mujeres, que le dan un mayor valor a sus redes de relaciones: sociales y afectivas.

Tener consciencia de las diferencias de conductas emocionales en los varones y mujeres es un buen principio para que las relaciones de convivencia de las parejas sean duraderas. Es inevitable que en toda relación de convivencia existan desacuerdos. La cuestión será el ambiente emocional en que se desarrollen y las consecuencias emocionales producto de esos desacuerdos.

Por eso afirmaba que un buen punto inicial es que varones y mujeres estemos conscientes de que tenemos diferentes sintonías emocionales. Esto será de mucha ayuda cuando las parejas discutan sus desacuerdos. Por ejemplo será importante que ambos tengan consciencia que usualmente las mujeres tienen más desarrolladas sus capacidades emocionales que los varones. Será bueno porque en las discusiones por desacuerdos hará que los varones tengan que buscar una sintonía emocional con su pareja antes de buscar una sintonía racional. Asimismo, las mujeres deberían poder lograr apoyar a los varones a lograr esa sintonía emocional que les permita conversar de sus desacuerdos y poder lograr luego un enfoque racional que les permita resolverlos. En este proceso de interacción emocional el factor clave será la empatía que puedan desarrollar ambos, sin ella la probabilidad de éxito se reduce.

Sin lugar a dudas que el proceso que describí en el párrafo anterior es mucho más fácil escribirlo que hacerlo. Sin embargo, es necesario que tengamos consciencia que solo desarrollando la empatía con nuestras parejas podremos lograr una sintonía emocional y una convivencia emocional adecuada.

En el pasado había condicionamientos sociales y económicos que le restaban importancia al aspecto emocional en las parejas. En mi opinión, el mayor poder social y económico que han logrado las mujeres mediante su incursión en el mundo laboral, hace que la inteligencia emocional se vuelva un factor preponderante para la convivencia duradera de las parejas.

Hasta el lunes.