Desde que leí a Humberto
Maturana y su teoría sobre la cultura matrística de la que escribí en mi
artículo anterior, me impresionó mucho la forma en la que el autor conjetura
que ha perdurado esa cultura en el mundo hasta nuestros días, a pesar del rol
preponderante de la cultura patriarcal.
Como recordarán, él sostiene
que esa cultura matrística guiada por el amor que implica “la aceptación del
otro como un legítimo otro en la convivencia” ha perdurado hasta nuestros días a
través de la enseñanza a los niños y niñas principalmente por las mujeres en el
ejercicio de su maternidad.
Esa forma en la que podría
haber perdurado la cultura matrística hasta nuestros días, me hace relacionarla
con una de las conclusiones de mi Tesis para obtener mi grado de Magister en
Sociología.
En mi tesis, yo llegué a la
conclusión de que en la muestra de mi investigación había encontrado a la
“tercera mujer”. Esa mujer de la que habla el filósofo y sociólogo francés
Gilles Lipovetsky. Una mujer que se describe con el poder de gobernarse a sí
misma y que quiere dirigir su vida sin vías sociales predefinidas, buscando lo
mejor de los dos mundos, el público y privado: en el ámbito público con su
incursión en la actividad laboral y política, y en el ámbito privado con el
poder protagónico de la maternidad.
Las mujeres que encontré en
el grupo de investigación de mi tesis tenían muy claro que una de las
prioridades de su vida era su rol materno. Además, ellas se veían como protagonistas
en las actividades del cuidado de los niños y niñas en el hogar en cuanto a su
rol materno. Sin embargo, esas mismas
mujeres tenían muy clara su necesidad de participar en el mundo laboral como
parte de su desarrollo personal y profesional en sus vidas.
Luego de leer la teoría
matrística de Maturana pienso que desde la perspectiva de esas “terceras
mujeres” tendríamos garantizada la continuación de la enseñanza de la cultura
matrística guiada por el amor en la crianza de los niños y niñas. Asimismo,
tendríamos la posibilidad de que ese enfoque matrístico se extienda y pueda ser
aplicado por las mujeres en sus participaciones en el ámbito público (en las
actividades laborales y políticas que es donde a mi criterio tanto se necesita).
Sin embargo, pienso que el
principal reto está ahora en el campo de los varones y mujeres que aún vivimos
bajo la influencia de la cultura patriarcal ¿Podremos desechar nuestro apego
por dicha cultura patriarcal que niega al otro? Y en el caso de los varones: ¿Seremos capaces
de incursionar en el ámbito privado del cuidado de los niños y las niñas con la
misma fuerza que las mujeres han incursionado en el ámbito público laboral y
político?
Hasta el lunes.