Otro de los procesos de
modelaje, mediante los cuales construimos mapas o modelos del mundo en nuestro
cerebro que nos sirven para interpretarlo y actuar en él, es el proceso de las
eliminaciones.
Según Bandler y Grinder, las
“eliminaciones” es el proceso por el cual prestamos atención a algunas
dimensiones de las experiencias que vivimos y eliminamos o ignoramos a otras.
Por ejemplo, podríamos tener
la creencia que nuestro amigo Javier siempre habla cosas sin sentido y eso
motivar que eliminemos a Javier en la atención de las conversaciones en que
participamos. Él podría estar diciendo cosas importantes y sin embargo nuestro
proceso de eliminación impediría que escuchemos lo que él dice. Si alguna vez
nos han dicho, “pero si yo te lo estaba diciendo”, sería bueno que
reflexionemos si no hemos utilizado nuestro proceso de eliminación sobre esa
persona.
Sin embargo, las
eliminaciones pueden ser también producto de nuestras creencias poderosas.
Por ejemplo, un joven puede
tener la creencia poderosa que a toda persona adulta se le debe respetar. Esa
creencia aplicada sin reflexión podría eliminar la posibilidad de debatir o
defenderse de una persona adulta que lo está ofendiendo. Simplemente esa
posibilidad estaría eliminada dentro de las alternativas de acción del joven.
Entonces, nuevamente, la
pregunta de rigor, si las eliminaciones son negativas, ¿por qué las hacemos?
Lo que pasa es que los
procesos de eliminaciones también nos ayudan a hacer eficiente nuestra vida.
Por ejemplo en el caso anterior una costumbre de buenos modales socialmente
aprobada es que los jóvenes respeten a la gente adulta. La eliminación en ese
caso ayuda al joven a que esa creencia esté incorporada en su forma de ser y le
evite que sea censurado socialmente por comportamientos inapropiados. Sin
embargo, en el caso que el joven esté automatizado y no tenga capacidad de
reflexión, el resultado podría ser que haya eliminado su capacidad de reacción
ante esa clase de situaciones y pueda ser presa de abusos por parte de adultos
mal intencionados.
Nuevamente la clave es la
reflexión. La capacidad de reflexionar es una capacidad que debemos enseñar a
nuestros niños en cuanto nos sea posible. Una persona reflexiva será menos
propensa a generalizaciones o eliminaciones que no tengan sentido.
Hasta el jueves.