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jueves, 28 de enero de 2016

ACCIONES NO REFLEXIVAS (EN TRANSPARENCIA) Y QUIEBRES

Hay dos términos claves que los coachs ontológicos manejamos en nuestro lenguaje coloquial y estos son la “transparencia” y el “quiebre”. Haremos a una explicación de ambos según las definiciones de Rafael Echeverría.

Se llama estado de acciones en transparencia a lo que Martín Heidegger también llama acciones no reflexivas o no pensantes, es decir a las acciones que se realizan con un mínimo de conciencia, y que él considera son la base de las acciones humanas. Ejemplos sencillos de ellas son: caminar, correr, subir escaleras, manejar bicicleta o auto,  afeitarse, bañarse, etc. Ejemplos complejos podrían ser, la rutina de nuestro trabajo, las costumbres de nuestro comportamiento en el hogar, la cultura organizacional de nuestra empresa.

La característica principal de las acciones en el estado de transparencia es que detrás de ellas tenemos juicios o creencias de lo que es normal esperar que suceda. Por ejemplo, cuando caminamos o corremos lo normal es que esperemos que lo vamos a hacer sin tropiezos, si tropezamos y nos caemos existe un quiebre de ese estado de transparencia. Otro ejemplo, en la rutina normal de nuestro trabajo esperamos que todos los días suceda casi lo mismo, por lo tanto, la visita intempestiva del Auditor externo de la empresa implicará un quiebre en el estado de esa transparencia cotidiana.

Por lo antes mencionado podemos deducir que cuando realizamos acciones en el estado de transparencia detrás de ellas hay juicios o creencias que están esperando que sucedan ciertos resultados que se consideran normales, de tal manera que cuando suceden resultados inesperados, consideramos que estamos enfrentando quiebres (del estado de transparencia).

Lo interesante de estos quiebres es que pueden ser negativos o positivos. En algunos casos, pueden ser negativos, como el tropiezo que nos hacer caer y ocasiona el riesgo de alguna lesión. En otros casos, como la intempestiva del auditor, dependerá de la interpretación del sujeto de la auditoría. Por ejemplo, si el sujeto auditado no está preparado, la visita del auditor será interpretada como negativa, pero si el sujeto auditado está bien preparado, la visita podría ser interpretada como positiva, al verla como una oportunidad para demostrar que en su área se hacen bien las cosas.

Esa posibilidad de que los quiebres puedan ser positivos o negativos es lo que hace que tengan esa nomenclatura, y no se les diga problemas, que de por sí tienen una connotación negativa.

Usualmente los quiebres que más nos preocupan son los que nos impiden en forma recurrente alcanzar los resultados que deseamos, y que consideramos importantes en nuestra vida, por eso de aquí en adelante nos referiremos a ellos como problemas. Cuando enfrentamos esta clase de problemas, es cuando nos preocupamos, reflexionamos, y eventualmente realizamos conversaciones con otras personas para conseguir apoyo o ayuda.

Hasta el lunes, en que escribiremos sobre el poder de las conversaciones.

lunes, 25 de enero de 2016

DE LA RESIGNACIÓN A LA AMBICIÓN

Según Rafael Echeverría la resignación es el estado de ánimo que parte del juicio de que no podemos hacer nada para cambiar una determinada situación con la que no estamos de acuerdo. Es decir, no vemos la posibilidad de realizar acciones futuras que logren el cambio que queremos. Y no vemos esas posibilidades porque en algunos casos no sabemos que existen, y en otros casos, porque teóricamente sabemos que se podría hacer, pero tenemos el juicio que así lo hagamos no lograremos nada.

En este estado de ánimo de resignación el horizonte de posibilidades de acción de las personas será nulo o muy restringido, vivirán apagados, en inacción y pensando que no pueden hacer nada para lograr el cambio de algo que no aceptan pero que a su juicio no pueden hacer nada para cambiarlo.

Por el contrario el juicio que está detrás del estado de ánimo de la ambición, es el de la visión de un amplio espacio de posibilidades de acción para lograr cambiar situaciones con las cuales no estamos de acuerdo. Las personas que viven en el estado de ánimo de la ambición, son entusiastas y ven oportunidades donde otras personas ven obstáculos.

Pero la pregunta lógica que surge en este punto es: ¿qué podemos hacer para pasar del estado de ánimo de la resignación al de la ambición?

Bueno, al igual que en el caso de los juicios y de las emociones, la clave está en el proceso reflexivo. Ya sea mediante la autorreflexión o mediante el apoyo de alguna persona amiga, técnica o coach, que nos ayude a reflexionar y tomar consciencia de los juicios que están detrás de nuestros estados de ánimo.

Una vez identificados los juicios detrás del estado de ánimo de la resignación podremos reflexionar sobre sus fundamentos. Como ejemplo, nos podremos hacer preguntas tales como:

-      ¿Realmente no podemos hacer algo para cambiar la situación? Muchas veces no hacemos este ejercicio porque consideramos nuestros juicios como verdades absolutas.
-       ¿Hay personas que hayan estado en nuestra misma situación y han podido salir de ella?, ¿qué hicieron? Las conversaciones que podamos sostener con personas con experiencias exitosas en situaciones como la nuestra nos pueden dar un aprendizaje valioso.
-      ¿Hay algo que yo debo aprender?, ¿cómo, cuándo, dónde? En mi opinión, la obtención de nuevos aprendizajes siempre significarán un incremento en nuestro horizonte de posibilidades de acción.
-       ¿Qué conversaciones debo realizar, y con quién? Las conversaciones tienen poder y es bueno aprender a planearlas y realizarlas.

Hasta el jueves.

jueves, 21 de enero de 2016

DEL RESENTIMIENTO A LA ACEPTACIÓN (parte 3)

En este artículo haremos algunas reflexiones sobre el ejemplo que desarrollamos en el artículo anterior y sobre algunas recomendaciones para el proceso del paso del resentimiento a la aceptación.

Lo que hicimos inicialmente en nuestro ejemplo fue validar si realmente habíamos sufrido una injusticia. Porque esa es la característica clave que da origen al estado de ánimo de resentimiento. Las preguntas que desarrollamos nos ayudaron a clarificar los juicios que estaban detrás del resentimiento, y sobre todo, los fundamentos de esos juicios. En nuestra opinión, la peor situación es que una persona esté resentida en base a unos juicios sin fundamentos.

Cuando los fundamentos de nuestros juicios sustentan nuestra interpretación de que estamos frente a una injusticia, la respuesta adecuada será el reclamo. Un reclamo fundamentado con hechos siempre será mejor que hacer recriminaciones y quejas basadas solo en juicios personales.

Rafael Echeverría menciona que solo podremos pasar al estado de ánimo de la aceptación y podremos estar en paz cuando: “aceptamos las pérdidas que no están en nuestras manos cambiar”, o como dice Epicteto, solo nos concentramos en lo que podemos cambiar y no nos lamentamos inútilmente por lo que no podemos cambiar.

El perdón es una de las declaraciones claves que nos sacará del resentimiento hacia la aceptación. Perdonamos cuando realmente hemos sido víctimas de un acto injusto. Y perdonamos principalmente para no ser esclavos del resentimiento, para liberarnos de esa carga. Cuando perdonamos y aceptamos en paz, el principal bien nos lo hacemos a nosotros mismos. Lo que hacemos es dar el caso como cerrado para poder mirar hacia adelante. No quiere decir que no lo recordemos, eso no lo podemos garantizar, la memoria hace su trabajo. Pero que lo que si podemos hacer es que ese recuerdo llegue sin resentimiento a nuestra mente. Si quieres conocer más sobre el perdón puedes visitar mi artículo del 26 de noviembre.

Echeverría también nos recomienda algunas acciones para reducir las posibilidades de crear un ambiente propicio para el resentimiento:

-         Realizar promesas claras para evitar que puedan haber malos entendidos. Mientras más claro mejor.
-       Fomentar espacios de conversación que permitan confirmar el entendimiento y la generación de apertura para posibles reclamos.
-     Aceptar los reclamos y trabajarlos en conversaciones en las cuales se comparen los argumentos o fundamentos que acompañan a los juicios personales de las partes involucradas.

Hasta el lunes.

lunes, 18 de enero de 2016

DEL RESENTIMIENTO A LA ACEPTACIÓN (parte 2)

Como prometimos en nuestro artículo anterior, con un ejemplo buscaremos clarificar este proceso de reflexión y de paso del estado de ánimo del resentimiento a la aceptación.

Supongamos que estamos resentidos porque sentimos que hemos sido víctimas de una injusticia, al no haber sido seleccionados dentro del equipo de nuestra empresa que se encargará de una importante negociación. Hagamos el proceso de reflexión propuesto:

-       ¿Nos prometieron que integraríamos el equipo? Si la respuesta es afirmativa habría espacio para hacer un reclamo fundamentado en esa promesa. Si la respuesta es negativa, no habría razón para sentirnos víctimas.
-       ¿Existe alguna expectativa legítima incumplida a nosotros en el hecho de no ser parte de ese equipo? En el caso que la respuesta sea negativa no habría un sustento para sentirnos víctimas. Si la respuesta fuera positiva, tendríamos que analizar los fundamentos que sustentan nuestras expectativas legítimas para formular nuestro reclamo y estar abiertos a escuchar los argumentos de la otra parte.
-       Supongamos que hemos efectuado un reclamo fundamentado. Analicemos estas dos alternativas opuestas:
a) La primera, que la otra parte nos muestre los fundamentos que sustentan la selección del equipo. En este caso, podemos estar de acuerdo o no con sus sustentos, pero podremos aceptar la situación de que no está en nuestras manos la posibilidad de cambiar sus fundamentos. En todo caso podríamos hablar de discrepancias pero no de injusticias.
b) La segunda, sería que la otra parte no nos de ningún fundamento, y es más nos amenacen con despedirnos si hacemos problemas. En esta alternativa podemos decidir que si somos víctimas de un trato injusto y renunciar porque no queremos pertenecer a una organización con esas características.
-       Si en la situación descrita en el punto b) antes mencionado hemos decidido renunciar se nos presentarán dos situaciones opuestas. La primera es quedarnos resentidos con esa organización deseando que le vaya mal y vivir con ese estado de ánimo. La segunda es perdonar a la organización y aceptar que es su forma de operar, que no estamos de acuerdo, pero que la aceptamos por que no la podemos cambiar. Esta segunda acción nos llevará al estado de ánimo de aceptación en paz. El perdón como se puede apreciar en este caso es para nuestro bien, no para el de la organización.

Hasta el jueves, en que haremos algunas reflexiones finales.

jueves, 14 de enero de 2016

DEL RESENTIMIENTO A LA ACEPTACIÓN (parte 1)

Al igual que en las emociones humanas, detrás de los estados de ánimo también hay interpretaciones o juicios que los explican. Basándonos en la teoría de Rafael Echeverría, explicaremos la forma en que se relacionan ciertas interpretaciones o juicios con el estado de ánimo del resentimiento.

El resentimiento en primer lugar, nace de la interpretación que somos víctimas de acciones injustas, producto de promesas incumplidas o expectativas legítimas no cumplidas. En segundo lugar, interpretamos que hay un responsable singular o plural, real o abstracto de esa injusticia sobre el cual queremos venganza. En tercer lugar, interpretamos que nosotros no podemos hacer nada para cambiar esa situación de injusticia y saciar nuestro deseo de venganza.

Como mencionamos en nuestro artículo anterior, a diferencia de las emociones los estados de ánimo tienen mayor duración. Por lo tanto, el riesgo es que vivamos mucho tiempo en el estado de resentimiento, lo cual implicará un horizonte de posibilidades de acciones alejadas de la alegría y la felicidad. Nietzche considera que el estado de ánimo del resentimiento nos hace esclavos, o como dice una frase popular: “el resentimiento es como tomar veneno y esperar que nuestro victimario se muera”.

Por lo tanto, la respuesta adecuada para salir del resentimiento es pasar al estado de ánimo de la aceptación y paz (de una situación que no podemos cambiar). Sin embargo, al igual que en el caso de las emociones tendremos primero que reflexionar sobre los fundamentos de las interpretaciones o juicios que sostienen nuestro estado de ánimo de resentimiento. Por ejemplo, debemos hacernos las siguientes preguntas y reflexionar sobre ellas:

-    ¿Realmente fuimos víctimas de una injusticia?, ¿hubo alguna promesa incumplida?, ¿hubo alguna expectativa legítima incumplida?
-       ¿La venganza es una solución a la situación?
-       ¿Realmente no podemos hacer nada frente a esa situación?, ¿podemos hacer un reclamo fundamentado?, ¿podemos aceptar la conclusión de nuestro proceso de reclamo?, ¿en caso no aceptemos la conclusión de nuestro reclamo podemos perdonar?

Como es característico en nuestros artículos un ejemplo clarificará este proceso de reflexión y de paso del estado de ánimo del resentimiento a la aceptación, lo veremos en nuestro próximo artículo.

Hasta el lunes.

lunes, 11 de enero de 2016

LAS EMOCIONES Y LOS ESTADOS DE ÁNIMO

Como hemos venido explicando, Rafael Echeverría menciona que las emociones son cambios en nuestro espacio de posibilidades de acción que son gatilladas por ciertos acontecimientos. Es decir, las emociones son específicas y reactivas a los acontecimientos que las gatillan.

A diferencia de las emociones, Echeverría indica que los estados de ánimo no son gatillados por acontecimientos específicos. Los estados de ánimo menciona él, viven en nuestro trasfondo emocional y son ellos los que especifican un determinado horizonte de posibilidades de acción.

En otras palabras, él sostiene que los seres humanos usualmente estamos en algún estado de ánimo que implica un determinado horizonte de posibilidades de acción, sin embargo, pueden ocurrir ciertos acontecimientos que gatillen en nosotros ciertas emociones que produzcan específicamente un cambio de horizonte de posibilidades.

Por ejemplo, podemos estar en un estado de ánimo tranquilo descansando en el jardín de un parque. Dicho estado de ánimo puede establecer un horizonte de posibilidades de acción, tales como, observar el paisaje, oír el canto de los pájaros, y por qué no, hasta de tomar una siesta. Supongamos que tomamos la siesta y nos despertamos con una araña grande en nuestro pecho. Lo más probable es que en ese momento sintamos la emoción del miedo (gatillado por la araña en nuestro pecho), nos paremos rápidamente y botemos o matemos a la araña (recuerden que el miedo predispone a nuestro cuerpo a huir o luchar”).

El factor diferenciador a mi entender está en la duración de cada emocionalidad, los estados de ánimo se aprecian más duraderos que las emociones. Al respecto, Echeverría indica que hay una cercana relación entre las emociones y los estados de ánimo. Que emociones muy importantes o fuertes que permanecen mucho tiempo en determinadas personas pueden convertirse en parte de sus estados de ánimo.

Sin embargo, lo que me parece más importante es que ambos implican para las personas un determinado horizonte de posibilidades de acción. Es decir, al igual que las emociones los estados de ánimo condicionan a las personas para actuar de determinadas maneras. Por lo tanto, al igual que con las emociones, tenemos que darle una respuesta adecuada a los estados de ánimo.

En los próximos artículos hablaremos de los cuatro estados de ánimo básicos que identifica Echeverría, y que son: el resentimiento, la aceptación la resignación y la ambición.  

Hasta el jueves

jueves, 7 de enero de 2016

EL PLACER

El placer es la emoción que surge cuando interpretamos que estamos disfrutando de algo o alguien agradable. Nuestro cuerpo se prepara para el gozo, deleite, regocijo. La magnitud de esta emoción puede ir desde los gustos hasta los vicios.

La respuesta adecuada (funcional) a la emoción del placer está ligada al disfrute, gozo, deleite en armonía con nosotros mismos, los otros y la naturaleza. La respuesta inadecuada (disfuncional) estará relacionada a los excesos de los placeres y que pueden hacer daño a nosotros mismos, a los demás o a la naturaleza.

Como de costumbre clarificaremos las características de estas respuestas adecuadas o inadecuadas frente a la emoción del placer con algunos ejemplos de la vida cotidiana:

-              Cuando comemos manjares agradables a nuestro paladar, la respuesta adecuada es disfrutar lo máximo de ellos y con la mayor frecuencia “posible”. Sin embargo, si caemos en el exceso, la respuesta puede convertirse en inadecuada, ya que puede ocasionarnos problemas en nuestra salud. En algunos casos podrían ser por generarnos características de obesidad, que nos pueden hacer propensos a ciertas enfermedades, o en otros casos, por las cantidades fuera de control de ciertos componentes como por ejemplo el colesterol, los triglicéridos, la glucosa, etc., que también nos pueden hacer propensos a ciertas enfermedades.
-              Las drogas administradas médicamente son beneficiosas para la salud, y si bien de esa forma disminuyen el dolor o curan y no necesariamente producen directamente placer, indirectamente a mi criterio si lo hacen, ya sea precisamente por la disminución del dolor o la cura. Sin embargo, el uso indiscriminado o en exceso de esas mismas drogas, puede producir una adicción perjudicial para la salud de las personas y para el ejercicio de su libertad consciente.
-              Hay personas que disfrutan del placer de jugar juegos de azar y apostar, si bien una respuesta adecuada sería que puedan gozar de ese placer natural, lo que tendrían que reflexionar para que no se convierta en una respuesta inadecuada, son los riesgos que puede ocasionar el exceso de ese placer para su salud económica y la de su familia.

Dejaré a tu criterio mi querido lector o lectora, la producción de más ejemplos de la vida cotidiana.

Hasta el lunes.

lunes, 4 de enero de 2016

LA TERNURA

Humberto Maturana menciona que la ternura es la emoción que aparece cuando ponemos atención y nos identificamos con las vivencias del otro. Esa atención e identificación preparará nuestro cuerpo para acoger, acercarnos, o cuidar al otro. La magnitud de esta emoción puede ir desde la identificación hasta el compromiso solidario.

Susana Bloch señala que “la ternura es un espacio de apertura y armonía”, en ese espacio la respiración se hace lenta y larga, la cabeza se inclina ligeramente hacia adelante y surge una leve sonrisa. Sostiene ella que si replicamos intencionalmente esa clase de respiración y postura nos apoyará a sentirnos abiertos, acogedores, amistosos, cariñosos, fraternales, solidarios.

La respuesta adecuada (funcional) a la emoción de la ternura es el acercamiento a los otros para acogerlos, cuidarlos, cooperar con ellos. La respuesta inadecuada (disfuncional) será cuando exageramos esa cooperación o cuidado y se convierte en sobreprotección o sobre cuidado, que impiden el desarrollo independiente de las personas.

Los ejemplos para clarificar las características de estas respuestas adecuadas o inadecuadas frente a la emoción de la ternura podemos ubicarlos en la vida cotidiana:

-       Como padres y madres nuestra respuesta adecuada estará ligada con nuestra disposición para escuchar, guiar, aconsejar, a nuestros hijos en los problemas que puedan enfrentar en su crecimiento personal. La respuesta inadecuada estará relacionada con el tratar de evitar a toda costa que incurran en problemas, o lo que puede ser más complicado solucionarlos por ellos. Esto último los hará dependientes de sus padres y limitará su desarrollo autónomo.
-       Como jefes o líderes nuestra respuesta adecuada tendrá que ver con nuestra apertura para escuchar a nuestros colaboradores y para enseñarles, aconsejarlos, y exigirles tomar decisiones para resolver los problemas que se le presenten. La respuesta inadecuada está ligada a no dejarlos tomar sus decisiones para evitar que pudieran equivocarse, o resolver todos los problemas en lugar de delegar la autoridad para que ellos puedan resolverlos. Esto último los hará dependientes de sus jefes y limitará sus posibilidades de promoción, autonomía y desarrollo profesional.


Hasta el jueves en que hablaremos de la emoción del placer.