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domingo, 3 de junio de 2018

¿QUÉ MAS PODEMOS HACER PARA QUE NOS HAGAN CASO?

¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Esa es la pregunta que me hacía mi hija mayor cuando comentábamos la lamentable noticia de la muerte de Eyvi Ágreda.
¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Y un nudo nacía en mi garganta. Ella me decía, hacemos marchas, protestamos, hay videos de agresiones que se hacen públicos, pero no es suficiente.
¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Papá, yo puedo salir a la calle, algún machista en una acción directa o indirecta me puede matar y no pasa nada. Y el nudo en mi garganta se hacía cada vez mayor y mis ojos comenzaban a humedecerse.
¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Es la pregunta de mi hija que golpea en mi cabeza, y que yo trataba de consolarme diciéndome a mi mismo que dentro de mi rol en mis trabajos, en mi tesis, he luchado y lucho con el machismo, pero no es suficiente.
¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Esa es la pregunta. No solo para un castigo ejemplar para el asesino. Sino para que la policía atienda con diligencia a las mujeres agredidas. Para que el congreso dedique tiempo a perfeccionar dar leyes y que estas sirvan. Para que el ministerio público haga su trabajo con responsabilidad y firmeza. Para que el poder judicial por fin haga justicia.
¿Qué mas podemos hacer para que nos hagan caso?
Quizás que cada uno de nosotros hombre y mujer en nuestra vida cotidiana condenemos el machismo: los chistes machistas, las actitudes machistas, los prejuicios machistas en los trabajos, en los estudios, en el deporte y en toda actividad social.
Y que esta pregunta se mantenga diariamente en nuestra mente:
¿Qué mas podemos hacer todos juntos, en nuestro rol cotidiano, para que nos hagan caso?



lunes, 19 de septiembre de 2016

CONVERSA QUE TE CONVERSA

“Conversa que te conversa” decía hace años un slogan publicitario de una marca de cerveza. En mi interpretación, detrás de ese slogan está el placer de la conversación, que en mi opinión era la principal motivación de muchos de los bebedores de cerveza de esa época y de repente de esta también.

Y por ahí es que va mi tema de hoy: la conversación. La conversación me gustó desde niño. Me gustaba conversar mucho con mis amigos y también me gustaba de participar de la conversación de los mayores. Eso era un privilegio ya que en ese tiempo no se acostumbraba mucho que los menores participaran en las conversaciones de los mayores. Pero creo que ese era un beneficio de mi condición de primogénito del mayor de los hijos por parte de padre y de la única hija mujer por parte de madre, tenía mis privilegios.

Reflexionando, pienso que quizás esa parte de mi historia es la que debe haber originado el placer y la importancia que le ha dado a la conversación en mi vida. Importancia que le doy porque me permitió hacer muchos amigos y amigas, conocer a la mujer que amo, tener muchas relaciones exitosas en temas laborales, etc., etc., etc.

Sin embargo, he podido tomar consciencia del poder de las conversaciones desde hace un par de años en que me introduje en el mundo del coaching. Me refiero a reconocer a las conversaciones como el principal modo de relacionarnos entre los seres humanos. Autores como Humberto Maturana y Rafael Echeverría me han ayudado mucho a tener clara la real dimensión de la importancia de las conversaciones.

De ambos autores he aprendido que la conversación es una danza. En la cual participamos los danzantes de acuerdo a como somos. Y en las conversaciones tal como en las danzas, es bonito cuando danzamos al ritmo adecuado. Cuando danzamos al ritmo de adecuado se disfruta de la danza y se aprecia la belleza del movimiento armonioso.

Y esa danza conversacional la ejercemos en todos los ámbitos de nuestra vida. Para lograr cosas con los amigos, en el trabajo e incluso con personas que recién conocemos ¡Que tal poder de las conversaciones Dios mío!

No obstante ello, usualmente no reflexionamos mucho sobre cómo mejorar nuestra calidad conversacional. Pensar por ejemplo: ¿Nos gusta conversar?, ¿qué tanto conversamos?, ¿con quién conversamos?, ¿para qué conversamos?, ¿cuándo conversamos?

Te invito a reflexionar sobre esas preguntas y si te provoca podemos conversar al respecto.

Hasta la próxima.

domingo, 28 de agosto de 2016

EL CICLO DEL APRENDIZAJE Y EL COACHING

Según John Whitmore hay una perspectiva del aprendizaje bastante aceptada en el ámbito empresarial que lo describe como un ciclo compuesto de cuatro fases: i) la incompetencia inconsciente, ii) la incompetencia consciente, iii) la competencia consciente, y iv) la competencia inconsciente.

La primera fase es la incompetencia inconsciente. En palabras sencillas: esta fase es cuando no sabemos que no sabemos. No podemos aprender lo que no sabemos que no sabemos. En mi opinión, la curiosidad es la cualidad que nos puede sacar de esta etapa. Cuando somos curiosos buscamos descubrir cosas que no sabemos, comenzamos a abrir puertas sin saber exactamente a donde nos van a llevar.

La segunda fase es la incompetencia consciente. Es decir, en esta fase nos damos cuenta que no sabemos algo. Al tomar consciencia que no sabemos se abre la posibilidad del aprendizaje. Se abre la posibilidad de aprender en la medida que aceptemos la responsabilidad de emprender un camino de aprendizaje.

La tercera fase es la competencia consciente. Una vez que nos hemos hecho responsables de aprender, conscientemente podemos emprender un proceso de aprendizaje. Concretamente, nos comprometeremos a realizar las acciones necesarias para alcanzar ese aprendizaje.

La cuarta fase es la competencia inconsciente. A esta fase llegamos cuando hemos realizado un aprendizaje con tal esfuerzo y tanta repetición que lo dominamos a la perfección. Lo hacemos tan bien, que lo realizamos inconscientemente. Podemos tener ejemplos desde las actividades más sencillas hasta las más complejas. Entre los ejemplos de actividades sencillas, podemos mencionar cuando aprendemos a caminar, montar bicicleta, manejar carro, etc. Entre los ejemplos de actividades complejas podemos citar las de los grandes deportistas o artistas, que realizan sus actividades asombrosas como si fueran fáciles.

El modelo del coaching usa este  ciclo de aprendizaje. El coach mediante un proceso conversacional apoya al coachee a darse cuenta de las cosas que no sabe y que le impiden lograr sus resultados (primera y segunda fase del ciclo del aprendizaje). Una vez que el coachee toma consciencia que no sabe algo y se hace responsable de ello, el coach lo acompaña y apoya para que diseñe un plan de acciones que le permita lograr ese aprendizaje (tercera fase del ciclo de aprendizaje). Cuando el coachee se dedica a realizar las acciones de su plan con esfuerzo y repetición recurrente podrá alcanzar la maestría en lo que decidió aprender (cuarta fase del ciclo de aprendizaje).

Hasta la próxima.

lunes, 22 de agosto de 2016

EL QUE QUIERE CELESTE ….

Así dice el dicho: “El que quiere celeste …que le cueste”. Mi interpretación del dicho es que todo lo bueno cuesta esfuerzo, tiempo, disposición, entrega, etc.

Han terminado los juegos olímpicos y en la clausura de hoy, que dicho sea de paso me pareció espectacular, he visto como se cumplía ese dicho.

Y lo veía en las expresiones de los atletas, rostros alegres, cuerpos queriendo expresarse, listos para los gestos o para el baile, ponían una música y ya la querían bailar. A la mayoría los vi viviendo la emoción de la alegría, esa alegría contagiosa que hace que el espectador se contagie de esa misma alegría.

En mi opinión era alegría de la satisfacción de haber hecho su mejor esfuerzo en estas olimpiadas. Pocos son los ganadores, solo tres medallas por disciplina. Sin embargo, por la alegría que veía parecía que todos eran ganadores. Y a mi criterio, eso es cierto, todos son ganadores. Y lo son porque realizaron su mejor su esfuerzo.

Un esfuerzo además que no venía de un solo día. Un esfuerzo producto de un trabajo duro, cotidiano, entusiasta, que pospone el disfrute inmediato por la esperanza de la posibilidad futura. Que no ve el sacrificio de posponer el disfrute presente porque la esperanza del premio futuro es mayor. Un esfuerzo que libera su potencial y que les hace lograr lo inimaginable.

En el coaching los coachs vemos a nuestros coachees como a esos atletas olímpicos. Vemos ese potencial que ellos muchas veces no ven. Nuestras preguntas van orientadas a liberar ese potencial para que ellos estén conscientes y se hagan responsables de ese potencial, y para que sobre todo lo puedan aprovechar.

Pero el trabajo duro lo tiene el coachee, él o ella es, quien que luego de tomar consciencia y responsabilidad tiene que plantearse retos y sobre todo cumplirlos. No será fácil, será necesario trabajo arduo, cotidiano y entusiasta. El coach estará allí todo el tiempo, acompañándolos brindándoles las herramientas adecuadas.

El mejor resultado será el rostro de los coachees, como el de los atletas de estas olimpiadas, alegre, satisfecho de haber realizado su mejor esfuerzo, y haber alcanzado resultados que no pensaba alcanzar.

El que quiere celeste…….

Hasta la próxima.

jueves, 18 de agosto de 2016

CUANDO EL ALUMNO ESTÁ PREPARADO EL MAESTRO APARECE

El título de este artículo lo extraje del libro de Robert Fisher “El caballero de la armadura oxidada”, que por otro lado es un libro para leer y luego releer de vez en cuando.

A mí, este título me habla de la disposición de apertura como clave para aprender. Cuando estamos en la disposición de apertura nuestros sentidos se agudizan y estamos enfocados en lo que hacemos.

En mi experiencia personal recuerdo con más nitidez a mis maestros más entretenidos o cariñosos. En el plano de mis profesores a los que más recuerdo son a los que además de conceptos nuevos contaban historias, anécdotas y chistes para matizar sus clases. En el plano laboral los maestros que más recuerdo no son solo los que me enseñaron mucho, sino los que además de ello compartieron su tiempo y su afecto personal.

Ahora que soy coach y estoy más consciente de la importancia del mundo emocional, puedo apreciar como en mi caso esa disposición de apertura para aprender estuvo ligada a lo que percibía como entretenido o afectuoso. También puedo entender porque no me fue tan bien con los maestros que no tenían estas características. Sin embargo, hoy me doy cuenta de las oportunidades que pude haber dejado de aprovechar por dividir a mis maestros en esos dos grandes grupos: es decir, los entretenidos y afectuosos y los que no lo eran.

Pienso que está bien que los maestros busquen ser entretenidos o afectuosos para llegar mejor a sus alumnos. Pero como alumnos deberíamos poder ser conscientes de que no somos agentes pasivos en esa relación. Si los maestros no son capaces de crear un ambiente entretenido o afectuoso nosotros no somos víctimas inocentes de esa situación. Nosotros podemos asumir nuestra parte para crear ese ambiente entretenido y afectuoso. ¿Cómo? Pues haciendo preguntas, siendo curiosos, mostrando interés. Las emociones son contagiosas así que no renunciemos a tratar de contagiar nuestras emociones a nuestros maestros.

Cuando somos alumnos protagonistas estamos dispuestos a aprender y no importarán las características del maestro. Todos los días aprenderemos algo nuevo y aparecerán maestros en lo que leemos, en lo que vemos y en lo que vivimos.

Hasta el lunes.

lunes, 15 de agosto de 2016

MEDALLA DE PLATA PARA “DELPO”

La semana pasada escribí sobre la medalla de oro en Judo para una atleta argentina, la más chiquita de estatura solo 1.50 m. “La peque”. Ahora mi artículo trata sobre la medalla de plata en Tenis de otro atleta argentino “Delpo”, uno de los más altos de estatura con 1.98 m.

Si bien son diferentes en cuanto a estatura son muy similares en cuanto a seres humanos que sufren adversidades y saben levantarse de ellas.

“Delpo” saltó a la fama muy joven y su mejor puesto en el ranking de tenis fue en enero de 2010 en el que llegó al puesto 4. Sin embargo, ese mismo año comenzaron sus molestias físicas con relación a su muñeca izquierda que le significaron que obtuviera resultados dispares desde ese año. Subía y bajaba del ranking en proporciones considerables. No tenía regularidad.

El año pasado estuvo de para y terminó en el puesto 590 del ranking de la ATP. Actualmente está en el puesto 141. Con ese puesto entra a competir a las olimpiadas de Rio 2016, donde le tocaría jugar entre otros con Djokovic (1 del ranking), Nadal (5 del ranking) y Murray (2 del ranking).

Lo asombroso es que le gana con autoridad al Djokovic en el partido incial, lo cual habría desanimado a cualquiera. Imagínense, vienes de para, no estás en tu mejor momento y te toca en el partido inicial con el mejor del mundo. Es como para pensar: bueno y ¿a quienes vamos a ver en el resto de las olimpiadas?

Pero no fue así, partidazo contra Djokovic y al final lágrimas de los dos. Llanto del serbio, el número 1, porque se regresaba a casa a la primera de bastos. Por otro lado, llanto del argentino como si intuyera que era el comienzo de una campaña de ensueño para su carrera.

Los partidos siguientes no fueron fáciles para “Delpo”, tuvo partidos muy reñidos con el portugués Joao Sousa, el japonés Taro Daniel y el español Roberto Bautista. Y en la semifinal vencer a otro grande a Rafael Nadal, el que nunca se rinde, más valor para “Delpo”. Y en la final con Murray lo dejó todo. Alguien tenía que ganar y esta vez le tocó al escocés.

En mi opinión, lo interesante desde el punto de vista del coaching es que “Delpo” se olvidó de su lugar actual en el ranking y se la creyó. Confió en su potencial no en el ranking. Se dio cuenta de su realidad y se hizo responsable de su fortaleza interna y sus capacidades; sin importarle lo que pudieran pensar los demás. Y sobre todo actuó con todo su ser: cuerpo, lenguaje y emociones. De esa manera, se sorprendió el mismo y sorprendió a todos con sus resultados ¡Grande Delpo!

Hasta el jueves, aquí les dejo una foto de “Delpo” luego de ganarle a Nadal.

jueves, 11 de agosto de 2016

LA AMBICIÓN

Si recurrimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE) para encontrar el significado de la palabra ambición encontraremos dos significados: “1) f. Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama. 2) f. Cosa que se desea con vehemencia”.

El primer significado está relacionado con cosas que esperamos obtener, tales como: poder, riquezas, dignidades o fama. En mi opinión, estas cosas tienen algunas características comunes: i) todas ellas están fuera de nuestro ser, es decir, tenemos que buscarlas fuera de nosotros, ii) son cosas deseables y escazas, por lo tanto, son cosas valiosas según la ley del mercado, iii) son cosas que usualmente se adquieren producto de la competencia.

En otras palabras, este significado nos hace dependientes de querer alcanzar cosas externas que tienen un valor económico social y que nos hace competir con otros seres humanos. Esa competencia nos hace rivales para conseguir lo que queremos e inevitablemente existirán ganadores y perdedores. El investigador Humberto Maturana sostiene que con la competencia aprendemos a querer ganar y empezamos a negar al otro. Cada vez estoy más cerca a ese pensamiento, lo único que me aleja son mis años de persona competitiva, pero espero llegar algún día a ser coherente con este pensamiento.

El segundo significado es más genérico dice: “cosa que se desea con vehemencia”. Ese espacio más abierto en mi opinión hace posible que se pueda ambicionar el amor. Y para hacer la definición de amor un poco más tangible cito nuevamente a Maturana y su definición de amor: “la aceptación del otro, como un legítimo otro en la convivencia”.

A mi criterio si ambicionamos ese amor, ya no estaríamos hablando de competir sino de compartir. Estaríamos pensando que somos seres humanos que compartimos un mundo y no que competimos en un mundo. Cuando comparto algo estoy partiendo ese algo con otra u otras personas, cuando compito por algo estoy queriendo ganar para mí la mayor parte de ese algo en contra de otro u otros.

La ambición de cosas externas nos lleva al exterior para obtener esas cosas que creemos satisfarán nuestro ser interior. Lo curioso es que cuando hacemos las cosas de esta forma ese ser interior no se satisface, siempre quiere más, y de esta manera se hace esclavo de lo externo. En cambio la ambición del amor nos lleva a nuestro ser interior y de allí nos motiva a compartir ese amor con el mundo, en todo caso aquí el riesgo es que nos hagamos esclavos del amor, ¿vale la pena correr ese riesgo?: yo creo que sí, ¿y ustedes que piensan?

Hasta el lunes.