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lunes, 19 de septiembre de 2016

CONVERSA QUE TE CONVERSA

“Conversa que te conversa” decía hace años un slogan publicitario de una marca de cerveza. En mi interpretación, detrás de ese slogan está el placer de la conversación, que en mi opinión era la principal motivación de muchos de los bebedores de cerveza de esa época y de repente de esta también.

Y por ahí es que va mi tema de hoy: la conversación. La conversación me gustó desde niño. Me gustaba conversar mucho con mis amigos y también me gustaba de participar de la conversación de los mayores. Eso era un privilegio ya que en ese tiempo no se acostumbraba mucho que los menores participaran en las conversaciones de los mayores. Pero creo que ese era un beneficio de mi condición de primogénito del mayor de los hijos por parte de padre y de la única hija mujer por parte de madre, tenía mis privilegios.

Reflexionando, pienso que quizás esa parte de mi historia es la que debe haber originado el placer y la importancia que le ha dado a la conversación en mi vida. Importancia que le doy porque me permitió hacer muchos amigos y amigas, conocer a la mujer que amo, tener muchas relaciones exitosas en temas laborales, etc., etc., etc.

Sin embargo, he podido tomar consciencia del poder de las conversaciones desde hace un par de años en que me introduje en el mundo del coaching. Me refiero a reconocer a las conversaciones como el principal modo de relacionarnos entre los seres humanos. Autores como Humberto Maturana y Rafael Echeverría me han ayudado mucho a tener clara la real dimensión de la importancia de las conversaciones.

De ambos autores he aprendido que la conversación es una danza. En la cual participamos los danzantes de acuerdo a como somos. Y en las conversaciones tal como en las danzas, es bonito cuando danzamos al ritmo adecuado. Cuando danzamos al ritmo de adecuado se disfruta de la danza y se aprecia la belleza del movimiento armonioso.

Y esa danza conversacional la ejercemos en todos los ámbitos de nuestra vida. Para lograr cosas con los amigos, en el trabajo e incluso con personas que recién conocemos ¡Que tal poder de las conversaciones Dios mío!

No obstante ello, usualmente no reflexionamos mucho sobre cómo mejorar nuestra calidad conversacional. Pensar por ejemplo: ¿Nos gusta conversar?, ¿qué tanto conversamos?, ¿con quién conversamos?, ¿para qué conversamos?, ¿cuándo conversamos?

Te invito a reflexionar sobre esas preguntas y si te provoca podemos conversar al respecto.

Hasta la próxima.