“Conversa que te conversa”
decía hace años un slogan publicitario de una marca de cerveza. En mi
interpretación, detrás de ese slogan está el placer de la conversación, que en
mi opinión era la principal motivación de muchos de los bebedores de cerveza de
esa época y de repente de esta también.
Y por ahí es que va mi tema
de hoy: la conversación. La conversación me gustó desde niño. Me gustaba
conversar mucho con mis amigos y también me gustaba de participar de la
conversación de los mayores. Eso era un privilegio ya que en ese tiempo no se
acostumbraba mucho que los menores participaran en las conversaciones de los
mayores. Pero creo que ese era un beneficio de mi condición de primogénito del
mayor de los hijos por parte de padre y de la única hija mujer por parte de
madre, tenía mis privilegios.
Reflexionando, pienso que
quizás esa parte de mi historia es la que debe haber originado el placer y la
importancia que le ha dado a la conversación en mi vida. Importancia que le doy
porque me permitió hacer muchos amigos y amigas, conocer a la mujer que amo,
tener muchas relaciones exitosas en temas laborales, etc., etc., etc.
Sin embargo, he podido tomar
consciencia del poder de las conversaciones desde hace un par de años en que me
introduje en el mundo del coaching. Me refiero a reconocer a las conversaciones
como el principal modo de relacionarnos entre los seres humanos. Autores como
Humberto Maturana y Rafael Echeverría me han ayudado mucho a tener clara la
real dimensión de la importancia de las conversaciones.
De ambos autores he
aprendido que la conversación es una danza. En la cual participamos los
danzantes de acuerdo a como somos. Y en las conversaciones tal como en las
danzas, es bonito cuando danzamos al ritmo adecuado. Cuando danzamos al ritmo
de adecuado se disfruta de la danza y se aprecia la belleza del movimiento
armonioso.
Y esa danza conversacional
la ejercemos en todos los ámbitos de nuestra vida. Para lograr cosas con los
amigos, en el trabajo e incluso con personas que recién conocemos ¡Que tal
poder de las conversaciones Dios mío!
No obstante ello, usualmente
no reflexionamos mucho sobre cómo mejorar nuestra calidad conversacional.
Pensar por ejemplo: ¿Nos gusta conversar?, ¿qué tanto conversamos?, ¿con quién
conversamos?, ¿para qué conversamos?, ¿cuándo conversamos?
Te invito a reflexionar
sobre esas preguntas y si te provoca podemos conversar al respecto.
Hasta la próxima.